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Por Sergio Anzaldo Baeza


La polarización que se vive tiene el mérito, o la desgracia, de permitir identificar en qué trinchera partidista milita cada medio de comunicación y como la imparcialidad informativa es sacrificada en aras de promover sus respectivos intereses. Este fenómeno se ilustra con la cobertura diferenciada que los medios recientemente realizaron de dos eventos de masas, de magnitud relativamente similar, enmarcados en la lucha por la sucesión presidencial. Se trata, por un lado, de la marcha que partidos y políticos organizaron, a nombre de la sociedad civil, el domingo 26 de febrero de 2023 en contra del Plan “B” de la reforma electoral impulsado por AMLO y, por el otro, la concentración convocada por el propio AMLO para conmemorar el aniversario de la Expropiación Petrolera el sábado 18 de marzo de 2023. Revisemos la línea editorial que algunos medios impresos le dieron a cada evento.



Empecemos por el Reforma, cuya confrontación con AMLO es pública y notoria, por lo que, previsiblemente, sus dados están marcados contra AMLO. Para destacar la trascendencia de la marcha, el 28 de febrero hicieron algo excepcional en su portada: invadieron su cabezal con una foto del evento. También publicaron fotos de las movilizaciones en Monterrey y Guadalajara. Sus ocho columnas sirvieron para reforzar su propia posición política: “Alerta Cossío de imposición de AMLO. Emplazan a la Corte. Piden ministros frenar “Plan B” y no arriesgar la democracia”. Para no dejar dudas sobre su posición editorial seleccionaron y publicaron pancartas en su primera plana, con leyendas como “AMLO lárgate ya”. Para dar cuenta informativa de la concentración del 18 de marzo apenas publicaron una pequeña foto del evento en un recuadro central, enmarcada con las ocho columnas “Celebran al petróleo, pero… aumentan inversión; obtienen menos”, con los siguientes subtítulos: “Y vislumbra AMLO autosuficiencia energética”, “Critica Cárdenas política en el sector”. Para el Reforma, el mensaje político de AMLO sobre la sucesión presidencial y la defensa de la soberanía frente a EU no existieron, su línea editorial es desacreditar toda política energética vinculada con el sector público.
















En la otra trinchera, la obradorista, milita La Jornada. Sin embargo, su desempeño editorial fue equilibrado. Ambas manifestaciones masivas las ilustró con sendas fotografías prácticamente del mismo tamaño en su primera plana. Las ocho columnas de la marcha fueron: “Multitud llenó el Zócalo en rechazo a la reforma electoral”. La magnitud de la marcha le permitió concluir en el subtítulo de la foto: “Sube de tono la lucha política con miras al 2024”. Para el caso de la concentración, el mensaje político que retomó fue: “Cooperación sin sometimiento a EU, señala AMLO”. La coyuntura particular del medio determinó el subtitulo de la foto: “Tributo en el Zócalo al director fundador de La Jornada”, a propósito del fallecimiento de uno de sus fundadores, Carlos Payán.













El Universal y La Prensa también fueron más equilibrados en la difusión de estos eventos que el Reforma. Amos diarios publicaron sendas fotografías de las movilizaciones comentadas, del mismo tamaño y en la misma posición. Los subtítulos de El Universal fueron igualmente




Por Eduardo Higuera


Cualquiera que diga que la relación de vecinos entre México y Estados Unidos ha sido idílica o se acerca a ese estatus es una persona que vive en un mundo de color de rosa o no sabe nada de historia.

Los momentos de desencuentros son abrumadoramente mayores en número de lo que han sido los de verdadera concordia, a pesar del proceso de integración económica que se ha vivido desde el sexenio de Salinas de Gortari.


Sin embargo, 2023 ha marcado el pico más alto de tensión entre ambos países de lo que va del gobierno transformacionista de López Obrador, logrando que se pase de relación complicada a un conflicto político de consecuencias graves.


Una palabra abarca todo este proceso de descomposición de lo que parecía ser una alianza más o menos justa para todos: fentanilo.


En solo nueve letras se contiene una enorme cantidad de temas políticos, sociales, judiciales, crisis humanitarias, de relaciones internacionales, comerciales, culturales y de gobierno.


La polarización, esa forma de hacer comunicación política tan de moda, que se ha vivido entre los actores políticos en ambos lados del Río Bravo sigue una misma lógica, contradictoria con la corriente preponderante de las últimas dos décadas. En lugar de construir, colaborar y buscar como crecer juntos se busca la confrontación y el mesianismo.


Así como, ilusamente, en el pasado se ha pensado que implantar la libertad comercial y un sistema electoral formalmente democrático (por ejemplo en Afganistán) provocará forzosamente como resultado democracias representativas liberales al estilo anglosajón, en el caso que nos atañe las clases políticas de pasadas décadas apostaron que la integración económica sería el sinónimo de mayor seguridad, democracia más plena y liberal y mayor riqueza entre nuestros países. Ilusos.


Con el fantasma de Trump por un lado y con el presidente más populista y autocrático del siglo XXI en México esta ide ha probado ser un gran error. La alter rigth y los republicanos trumpistas parecen estar de acuerdo con sus contrapartes mexicas. De esta forma cantan juntos cantan consignas absurdas sobre posibles intervenciones y resistencias heroicas que han terminado por crear una situación que se acerca ala suma cero con escenarios futuros negativos.


No debemos perder de vista que esta polarización tiene un trasfondo electoral tanto para AMLO como para los republicanos. A los de allende el Bravo les ayuda a construir una narrativa en la que el gobierno de Biden ha sido cómplice de la muerte de miles de estadounidenses, dejando de lado el hecho que no hacen ni lo mínimo necesario para combatir el consumo de fentanilo, preárando así sus discursos fanáticos de campaña...


Por su parte, el bienamado líder supremo de la ola guinda ha azuzado el nacionalismo más básico y bestial entre sus huestes, llegando al exceso de usar términos como intervención, invasión militar, resistencia. Por supuesto que las versiones más exageradas no son suyas, sino de su red de voceros no oficiales, youtuberos incondicionales e “influencers” de pacotilla que hablan de cómo el pueblo mexicano resistirá la invasión del impero para defender al preciso y su proyecto nacional. Aunque claro, nada dicen de los miles de muertes que su gobierno permisivo al trafico de fentanilo ha provocado.


De esta forma, los supuesto rivales, se tocan como la serpiente que muerde su propia cola, ya que de forma irresponsable crean un ánimo popular que será muy difícil de desactivar y que tiene como fin presentarse como los héroes defensores de la patria ante el electorado en la próxima elección presidencial.


¿Las consecuencias?, a nadie parece interesarle minucias tales en el continente americano.


Sin embargo, desde el otro lado del océano pacífico podemos ver al dragón chino sonriendo, mientras se frota las manos con anticipación de triunfo.


Y es que las narrativas de confrontación entre los vecinos incómodos del Estados Unidos cada vez mas revuelto/trumpista y del México crecientemente autoritario pseudo nacionalista y conservador llaman forzosamente a un reordenamiento geopolítico en el que China puede obtener ventajas obvias y de largo plazo.


El escenario es muy claro. Sin una fuerte unión por parte de los vecinos de Norteamérica que vaya más allá de lo económico, incluyendo temas de seguridad, tanto Estados Unidos como México reducen la posibilidad de crecer en su papel de jugadores en el escenario mundial o continuar como la potencia más importante de nuestros días.


Está claro lo que se debería hacer. Sin embargo, el escenario para realizar las acciones concretas ha sido empañado por las narrativas del fentanilo, en la que actores y gobiernos se han enfrascado. NO es posible pensar en un fortalecimiento real de los lazos y la cooperación si senadores gringos piden que se aplique el intervencionismo militar a la usanza de la guerra fría pero tampoco si las huestes del presidente hablan como si nos encontráramos en 1847.


Las miles de muertes que la ruta del fentanilo significa para ambas naciones no podrán ser evitadas a menos de que se establezca un compromiso de lucha a largo plazo, se hagan reformas legales y constitucionales, se establezcan programas de prevención claros y fuertes y, especialmente, no se continúe con el juego político electoral que las clases políticas han establecido alrededor del tema.


De lo contrario solo estaremos jugando al tío Lolo y esta crisis de las narrativas encontradas no hará sino crecer, emociones por encima de bienestar de los ciudadanos y los países.


No hay señales de que esto vaya a cambiaren el corto plazo. El fentanilo y sus consecuencias constituyen una situación compleja que no se va a resolver con cartitas al presidente de China en las que se destila ingenuidad, desconocimiento y soberbia por parte de López Obrador.


Al final ya vimos los resultados que las ocurrencias ridículas y propuestas zafias de nuestro primer mandatario obtienen en los foros internacionales.


@HigueraB

#InbterpretePolitico

Por Sergio Anzaldo Baeza


Contrario a lo que la mayoría de los ejercicios demoscópicos presagia sobre el desenlace de la elección en el Estado de México, aún es prematuro levantar la mano a cualquiera de las contendientes.



Cierto que, de acuerdo con las encuestas, el triunfo de Delfina parece inevitable, sin embargo, todavía debe traducir esa ventaja demoscópica en votos. Este es el gran reto de toda elección.


El Estado de México no sólo es complejo por el volumen de su lista nominal sino, sobre todo, por la tipología y dispersión de sus electores. De hecho, no es descabellado hablar de cuatro distintos y hasta contrapuestos Estados de México con problemáticas, prácticas socioculturales y ecosistemas mediáticos totalmente distintos: el del oriente, el del norte, el de la zona metropolitana de Toluca y el del sur.


Esta complejidad contribuye a entender porque el PRI sigue gobernando la entidad a contrapelo de la alternancia política que desde 1997 caracteriza al país. Al parecer los oponentes que han desafiado al PRI en la disputa por la gubernatura se han topado con esta complejidad. Veamos tres dimensiones fundamentales de la batalla electoral para entender porque todavía no es tiempo de gritar albricias.


La Trinchera


Hasta ahora, el PRI es el único partido que ha logrado acreditar representantes de partido en cada una de las más de 20 mil casillas que se instalan en la entidad. Verdaderas trincheras electorales.

El reto básico de Juntos Hacemos Historia y de Va por México es cubrir el cien por ciento de las trincheras. Para ello, requieren contar con una primera línea de 60 mil militantes o simpatizantes, capacitados y comprometidos, para desplegar en cada casilla un representante, un suplente y un suplente del suplente. Esta primera línea también requiere de una división de apoyo para traslados, comidas, comunicaciones e incidencias. Sin este soporte es previsible que las trincheras se abandonen a lo largo del día dejándolas a merced del adversario. Hasta ahora el PRI es el único partido que lo ha logrado y cuenta con su padrón de tradicionales representantes de casilla. Por su parte, Morena no ha podido y por eso no ha contado con las actas necesarias para documentar los eventuales fraudes electorales que ha denunciado.


El Campo


La infantería es fundamental. Es la responsable de la promoción territorial durante toda la campaña. Su misión es visitar las poco más de cuatro millones y medio de viviendas que hay en la entidad a fin de identificar y consolidar simpatizantes. Para realizar una promoción efectiva cada coalición necesita una división de, por lo menos, 9 mil promotores perfectamente distribuidos en el territorio para que cada uno pueda visitar 500 hogares durante la campaña. Lo pertinente es que estén bien capacitados, equipados, supervisados y coordinados, so pena de perder preferencia con una mala promoción, en lugar de consolidarla.


El día de la elección esta infantería se debe desdoblar o triplicar para replicar el trabajo de dos meses en no más de seis horas. No es fácil lograrlo y, en general, los partidos difícilmente alcanzan sus propias metas. Sin duda, el PRI del Edomex tiene mayor experiencia que Morena en esta actividad sustantiva.


El Aire


La batalla por aire, la que se dirime en los medios de comunicación y en las redes sociales, es la que ve el respetable.


En este ámbito, es indiscutible que Delfina Gómez tiene ventaja. Su narrativa de campaña está explícitamente vinculada a la de la 4T que, además, todos los días refuerza AMLO desde sus mañaneras. Por si fuera poco, tiene a su favor la corriente de opinión pública mayoritaria que desea un cambio en la entidad. Su lema “Vota por el Cambio” tiene el mérito de completar la ecuación de que un voto por Delfina es por la 4T y por el cambio en la entidad. Por cierto, fue afortunado el diseño de su evento de arranque de campaña al capitalizar el hecho de que fuera de noche utilizando un escenario en el que desde arriba se apreció en letras luminosas “Delfina es el Cambio” y al centro el contorno del Edomex, igualmente iluminado. Por lo pronto Delfina arrancó con un cambio innovador en la semiótica de campaña.


En este ámbito Alejandra del Moral tiene problemas agravados por el desprestigio social de los partidos que la cobijan, el cansancio natural de ser parte de un equipo que lleva casi cien años en el poder y por el hecho de que, hasta este momento, la oposición no ha podido articular una narrativa medianamente alternativa a la de la 4T. Por eso, en los primeros días de campaña parece que está jugando a la piñata para ver que lema pega: “Ale gobernadora valiente”; “unir es resolver”; “somos el cambio que une a las familias”; “únete a la ruta de la reconciliación”, son frases crípticas


con las que trata de configurar una narrativa que no está clara. Por si fuera poco, la inercia de hacer eventos masivos cobijada con políticos de renombre y de poco contacto con la gente sigue predominando. Su arranque de campaña da cuenta de más de lo mismo, copada por los dirigentes políticos que no gozan del mejor prestigio público. Semiótica y literalmente Alejandra comunica más de lo mismo.


Es previsible que aumente el tono del debate púbico entre Alejandra y Delfina y, a lo largo de la campaña, presenciemos ataques, descalificaciones, infundios, injurias, promesas que, a estas alturas, difícilmente definan el proceso pues desde hace tiempo estamos en ese canal mediático.


En Vilo


Va x México y Juntos Hacemos Historia tienen tal cúmulo de ventajas y desventajas que cualquiera de las dos coaliciones puede ganar, a pesar del dictado de las encuestas. Las elecciones se ganan con votos, no con rankings demoscópicos. El PRI del Estado de México ya derrotó en 17 a Delfina, a pesar del apoyo de AMLO. En 2021 Va x México ganó más votos que Juntos Hacemos Historia en las elecciones intermedias, a pesar de los altos niveles de aprobación de AMLO. Juntos Hacemos Historia solo derrotó a la oposición en 2018 gracias al efecto AMLO, que difícilmente se repetirá.


Delfina ya ganó la batalla por aire entre las candidatas. Para el ganar el 4 de junio también debe ganar en las trincheras y en el campo. En el 2021 Juntos Hacemos Historia perdió casi un millón trescientos mil votos en relación que los que obtuvo en 2018. Los votos que obtuvo en el 2021 no son suficientes para ganar, precisa traducir la preferencia de la opinión pública en votos.


La fortaleza de Alejandra son las trincheras y el campo. También cuenta con un consistente voto anti-AMLO que superó por más de 300 mil votos a la coalición de Juntos Hacemos Historia en las elecciones de ayuntamientos del 2021. Su reto es mantener ese volumen de votación sin otro argumento que oponerse a AMLO y a la 4T.

Habrá que comprar palomitas para esperar del desenlace del Estado de México en vilo.

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