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Por Eduardo Higuera


Actualmente se está realizando en Dubái la COP28, la conferencia de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, en la cual se habla con fuerza y claridad de los peligros que acarrea el cambio climático. Se señalan con claridad las muertes y pobreza que, desde hoy, se está expandiendo por el mundo a causa de los intereses económicos y políticos que han afectado profundamente a nuestro pobre planeta y su balance ecológico.




En comparación, y por desgracia, en México no existe ninguna conferencia o foro en que se hable del cambio climático político-electoral que la irresponsabilidad política que campea en nuestro país ha generado: este fenómeno obedece a la falta de responsabilidad de la clase política generando a lo largo de los últimos años cientos de miles de muertes, aumento de la pobreza extrema, corrupción que se trata de ocultar pero es evidente e imposición de una sola forma hegemónica de hacer vida pública.


Esto debido a los intereses que desde hace décadas mueven a los políticos de nuestro país, así como en un incremento innegable dentro del presente sexenio, algo que ha desembocado en la formación de una nueva casta política tan soberbia que solo cree en su razón y discurso, violando la carta magna y las leyes que juraron respetar creando un ecosistema político sin reglas y donde la voluntad del gobernante busca ser absoluta e indiscutible.


Al igual que el cambio climático global, se puede buscar y encontrar las fuentes de este desastre de forma relativamente sencilla. Una, de tiempo atrás, es la falta de inclusión de la ciudadanía en la toma de decisión por parte de la clase política, sin importar el color del partido que representen. Esto ha generado una doble percepción: por una parte los ciudadanos vemos cada vez menos cerca a los políticos y gobiernos pues son como una casta aparte y por el otro los mismos políticos se han convencido de que ellos son los únicos que saben lo que se debe hacer y son seres incuestionables.


La otra fuente principal de contaminación del clima político nacional en se puede encontrar con facilidad en el actual gobierno. Su desprecio a las leyes, la constitución (¿recuerdan cómo la incumplió 20 veces SÓLO en su primer año de gobierno?), la persecución las voces críticas dentro y fuera del “movimiento”, que asemeja más a un culto o secta, y en especial el discurso de la voluntad imparable y la razón absoluta.


Si bien, la crisis del ambiente político electoral mexicano lleva décadas gestándose, es evidente el deterioro acelerado que los cinco años de gobierno obradorista ha generado y las secuelas que dejará como legado.


Electoralmente, pese a su discurso democrático, el presidente parece empeñado en demostrar que para el lo válido es el maximato y él es el jefe de jefes. Desde dos años antes de que se iniciara el proceso electoral federal 2023-2024, ya había designado a la jefa de Gobierno de la capital como su sucesora, ha atacado a todos los posibles aspirantes de la oposición, apoya y fomenta la actitud ilegal, anticonstitucional y caudillista de Samuel García, trata de ahorcar presupuestal y políticamente a las instituciones que deberían salvaguardar la democracia, además de que existen numerosos indicios de que intervendrá sin miramientos en la contienda electoral del próximo año.


El cambio climático del planeta ha dado como resultado desastres como el que el huracán Otis, que con una buena ayuda del gobierno de México, nos muestra lo que está por venir por no tomar las medidas adecuadas en tiempo y forma. Cabe preguntarnos si el actual cambio de clima político nacional no provocará su equivalente en la jornada electoral y días posteriores.


Tanto en lo político electoral como en las acciones para proteger el medioambiente el actual gobierno ha mostrado consistencia: no el importa que ambos climas se deterioren y puedan llevar la sociedad nacional y mundial al colapso, siempre y cuando se pueda llevar a cabo la voluntad del poder y el “proyecto transformador”.


MI entras que ante la Cop 28 reportan avances inexistentes y son puestos en evidencia con estudios que utilizan evidencia real y no narrativa como un país que incumplimos nuestra parte para impedir el desastre ecológico la CFE sigue quemando combustóleo y provocando que la temperatura suba a nivel global provocando fenómenos como Otis.

A nivel político electoral se habla de la democracia, la voluntad del pueblo, del fin de la corrupción y del complot eterno del que el presidente y sus allegados son “víctimas” pero los hechos duros desenmascaran su proyecto autoritario y antidemocrático: se persiguen y despiden periodistas, se entrometen en la vida interna del TERPJF con tal de poner a una ministra a modo y se coopta el INE por medio de la corrupción de los procesos de selección.


No hay ninguna diferencia entre un presidente imperial priista que quita y pone jueces y un presidente transformador que usa las fallas de proceso para imponer a un incondicional en la SCJN, mientras sin pudor alguno se contamina la credibilidad del máximo tribunal al mostrarse que el ministro presidente Zaldívar siempre fue un peón del ejecutivo y se le da cabida dentro del equipo de campaña.


¿Qué puede ser más contaminante que aboga en favor de un gobernador que miente, falsifica documentos, utiliza los porros, desacata ordenes judiciales y se presenta como un adalid de la justicia y la nueva política ciudadana?


Sin duda el ecosistema político nacional tiene muchos otros contaminantes, como la actitud de MC en la que juran venganza por los agravios, aun si eso significa sacrificar la democracia o la evidente falta de interés de incluir a ciudadanos en el equipo de campaña de la candidata de oposición, privilegiando los grupos políticos y la decisión de cúpula.


Sin embargo, la fuente principal procede de la búsqueda de la hegemonía y del poder a toda costa, es decir que todo se permite con tal de imponerse en todo y a todos. La ética estorba, las contradicciones discursivas se pasan por alto, la norma y la ley se quebrantan y la impunidad se establece como premio ante la genuflexión y la complicidad.


Pensar que es democrático el Plan C, que parece un reloaded de las acciones que se vieron en el proceso interno de las corcholatas, es tan lógico como pensar que la única forma de asegurar el desarrollo sostenible y ecológico es continuando la tala indiscriminada de árboles y el uso de combustibles fósiles como una fuente de energía.

Y es que, para mantener el equilibrio sustentable en el medio ambiente y el equilibrio democrático en la sociedad, es necesario tener voluntad política de parte de los actores. Y ni los grandes intereses económicos mundiales, ni los intereses políticos nacionales tienen la menor intención de ceder.


Mejor ceder ante la anarquía y los efectos nocivos que afectaran a las personas en las décadas por venir que perder poder y posición.


No hay mucho espacio para el optimismo en esta ocasión y ninguna COP podrá corregirlo.

Por Sergio Anzaldo Baeza


La polarización que se vive tiene el mérito, o la desgracia, de permitir identificar en qué trinchera partidista milita cada medio de comunicación y como la imparcialidad informativa es sacrificada en aras de promover sus respectivos intereses. Este fenómeno se ilustra con la cobertura diferenciada que los medios recientemente realizaron de dos eventos de masas, de magnitud relativamente similar, enmarcados en la lucha por la sucesión presidencial. Se trata, por un lado, de la marcha que partidos y políticos organizaron, a nombre de la sociedad civil, el domingo 26 de febrero de 2023 en contra del Plan “B” de la reforma electoral impulsado por AMLO y, por el otro, la concentración convocada por el propio AMLO para conmemorar el aniversario de la Expropiación Petrolera el sábado 18 de marzo de 2023. Revisemos la línea editorial que algunos medios impresos le dieron a cada evento.



Empecemos por el Reforma, cuya confrontación con AMLO es pública y notoria, por lo que, previsiblemente, sus dados están marcados contra AMLO. Para destacar la trascendencia de la marcha, el 28 de febrero hicieron algo excepcional en su portada: invadieron su cabezal con una foto del evento. También publicaron fotos de las movilizaciones en Monterrey y Guadalajara. Sus ocho columnas sirvieron para reforzar su propia posición política: “Alerta Cossío de imposición de AMLO. Emplazan a la Corte. Piden ministros frenar “Plan B” y no arriesgar la democracia”. Para no dejar dudas sobre su posición editorial seleccionaron y publicaron pancartas en su primera plana, con leyendas como “AMLO lárgate ya”. Para dar cuenta informativa de la concentración del 18 de marzo apenas publicaron una pequeña foto del evento en un recuadro central, enmarcada con las ocho columnas “Celebran al petróleo, pero… aumentan inversión; obtienen menos”, con los siguientes subtítulos: “Y vislumbra AMLO autosuficiencia energética”, “Critica Cárdenas política en el sector”. Para el Reforma, el mensaje político de AMLO sobre la sucesión presidencial y la defensa de la soberanía frente a EU no existieron, su línea editorial es desacreditar toda política energética vinculada con el sector público.
















En la otra trinchera, la obradorista, milita La Jornada. Sin embargo, su desempeño editorial fue equilibrado. Ambas manifestaciones masivas las ilustró con sendas fotografías prácticamente del mismo tamaño en su primera plana. Las ocho columnas de la marcha fueron: “Multitud llenó el Zócalo en rechazo a la reforma electoral”. La magnitud de la marcha le permitió concluir en el subtítulo de la foto: “Sube de tono la lucha política con miras al 2024”. Para el caso de la concentración, el mensaje político que retomó fue: “Cooperación sin sometimiento a EU, señala AMLO”. La coyuntura particular del medio determinó el subtitulo de la foto: “Tributo en el Zócalo al director fundador de La Jornada”, a propósito del fallecimiento de uno de sus fundadores, Carlos Payán.













El Universal y La Prensa también fueron más equilibrados en la difusión de estos eventos que el Reforma. Amos diarios publicaron sendas fotografías de las movilizaciones comentadas, del mismo tamaño y en la misma posición. Los subtítulos de El Universal fueron igualmente




Por Eduardo Higuera


Cualquiera que diga que la relación de vecinos entre México y Estados Unidos ha sido idílica o se acerca a ese estatus es una persona que vive en un mundo de color de rosa o no sabe nada de historia.

Los momentos de desencuentros son abrumadoramente mayores en número de lo que han sido los de verdadera concordia, a pesar del proceso de integración económica que se ha vivido desde el sexenio de Salinas de Gortari.


Sin embargo, 2023 ha marcado el pico más alto de tensión entre ambos países de lo que va del gobierno transformacionista de López Obrador, logrando que se pase de relación complicada a un conflicto político de consecuencias graves.


Una palabra abarca todo este proceso de descomposición de lo que parecía ser una alianza más o menos justa para todos: fentanilo.


En solo nueve letras se contiene una enorme cantidad de temas políticos, sociales, judiciales, crisis humanitarias, de relaciones internacionales, comerciales, culturales y de gobierno.


La polarización, esa forma de hacer comunicación política tan de moda, que se ha vivido entre los actores políticos en ambos lados del Río Bravo sigue una misma lógica, contradictoria con la corriente preponderante de las últimas dos décadas. En lugar de construir, colaborar y buscar como crecer juntos se busca la confrontación y el mesianismo.


Así como, ilusamente, en el pasado se ha pensado que implantar la libertad comercial y un sistema electoral formalmente democrático (por ejemplo en Afganistán) provocará forzosamente como resultado democracias representativas liberales al estilo anglosajón, en el caso que nos atañe las clases políticas de pasadas décadas apostaron que la integración económica sería el sinónimo de mayor seguridad, democracia más plena y liberal y mayor riqueza entre nuestros países. Ilusos.


Con el fantasma de Trump por un lado y con el presidente más populista y autocrático del siglo XXI en México esta ide ha probado ser un gran error. La alter rigth y los republicanos trumpistas parecen estar de acuerdo con sus contrapartes mexicas. De esta forma cantan juntos cantan consignas absurdas sobre posibles intervenciones y resistencias heroicas que han terminado por crear una situación que se acerca ala suma cero con escenarios futuros negativos.


No debemos perder de vista que esta polarización tiene un trasfondo electoral tanto para AMLO como para los republicanos. A los de allende el Bravo les ayuda a construir una narrativa en la que el gobierno de Biden ha sido cómplice de la muerte de miles de estadounidenses, dejando de lado el hecho que no hacen ni lo mínimo necesario para combatir el consumo de fentanilo, preárando así sus discursos fanáticos de campaña...


Por su parte, el bienamado líder supremo de la ola guinda ha azuzado el nacionalismo más básico y bestial entre sus huestes, llegando al exceso de usar términos como intervención, invasión militar, resistencia. Por supuesto que las versiones más exageradas no son suyas, sino de su red de voceros no oficiales, youtuberos incondicionales e “influencers” de pacotilla que hablan de cómo el pueblo mexicano resistirá la invasión del impero para defender al preciso y su proyecto nacional. Aunque claro, nada dicen de los miles de muertes que su gobierno permisivo al trafico de fentanilo ha provocado.


De esta forma, los supuesto rivales, se tocan como la serpiente que muerde su propia cola, ya que de forma irresponsable crean un ánimo popular que será muy difícil de desactivar y que tiene como fin presentarse como los héroes defensores de la patria ante el electorado en la próxima elección presidencial.


¿Las consecuencias?, a nadie parece interesarle minucias tales en el continente americano.


Sin embargo, desde el otro lado del océano pacífico podemos ver al dragón chino sonriendo, mientras se frota las manos con anticipación de triunfo.


Y es que las narrativas de confrontación entre los vecinos incómodos del Estados Unidos cada vez mas revuelto/trumpista y del México crecientemente autoritario pseudo nacionalista y conservador llaman forzosamente a un reordenamiento geopolítico en el que China puede obtener ventajas obvias y de largo plazo.


El escenario es muy claro. Sin una fuerte unión por parte de los vecinos de Norteamérica que vaya más allá de lo económico, incluyendo temas de seguridad, tanto Estados Unidos como México reducen la posibilidad de crecer en su papel de jugadores en el escenario mundial o continuar como la potencia más importante de nuestros días.


Está claro lo que se debería hacer. Sin embargo, el escenario para realizar las acciones concretas ha sido empañado por las narrativas del fentanilo, en la que actores y gobiernos se han enfrascado. NO es posible pensar en un fortalecimiento real de los lazos y la cooperación si senadores gringos piden que se aplique el intervencionismo militar a la usanza de la guerra fría pero tampoco si las huestes del presidente hablan como si nos encontráramos en 1847.


Las miles de muertes que la ruta del fentanilo significa para ambas naciones no podrán ser evitadas a menos de que se establezca un compromiso de lucha a largo plazo, se hagan reformas legales y constitucionales, se establezcan programas de prevención claros y fuertes y, especialmente, no se continúe con el juego político electoral que las clases políticas han establecido alrededor del tema.


De lo contrario solo estaremos jugando al tío Lolo y esta crisis de las narrativas encontradas no hará sino crecer, emociones por encima de bienestar de los ciudadanos y los países.


No hay señales de que esto vaya a cambiaren el corto plazo. El fentanilo y sus consecuencias constituyen una situación compleja que no se va a resolver con cartitas al presidente de China en las que se destila ingenuidad, desconocimiento y soberbia por parte de López Obrador.


Al final ya vimos los resultados que las ocurrencias ridículas y propuestas zafias de nuestro primer mandatario obtienen en los foros internacionales.


@HigueraB

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