Por Eduardo Higuera
Hay una diferencia entre ser líder y ser un jefe. Los dos se basan en la autoridad. Un jefe demanda obediencia ciega; un líder se gana su autoridad a través de conocimiento y confianza
Klaus Balkenhol
No puedo negar que el político que mejor maneja las referencias culturales y mejor conexión tiene con un gran sector de la población a través de sus dichos ocurrentes es, y ha sido, Andrés Manuel López Obrador.
“Lo que mi dedito diga”, “me canso ganso”, “machuchones”, entre muchas palabras y frases más quedarán grabadas por mucho tiempo como referentes en nuestra imaginación colectiva. Una de las más recientes se refiere a las corcholatas, es decir l@s aspirantes guindas a sucederle, si finalmente cumple con irse a la….su rancho, al terminar el 2024.
Esta manera tan simpática y respetuosa de referirse a sus posibles sucesores, que recuerda cuando llamó a las personas de la 3a edad “mascotas” y provocó la popularización de la agresiva expresión croqueteros, el inquilino de palacio que no iba vivir en palacio oculta varios aspectos importantes de su autoritarismo transformacionista del primer mandatario bienamado.
En primer lugar, ¿por qué él elige las corcholatas?.
Recuerdo que otro viejo presidente autoritario surgido de un movimiento liberal y humanista, llamado Porfirio Díaz había dicho, hace más de 100 años, que los mexicanos estábamos ya suficientemente maduritos para votar por quién quisiéramos y para la democracia.
Pero ahí el rabo de la puerca es donde da otros 360 grados de vuelta.
El presidente actual también ya dijo, si ese presidente que dice que no se mete en la vida interna de su partido y niega ser un nuevo líder máximo a la Plutarco Elías Calles, que se va elegir por encuesta a quién él haya elegido antes para sucederle…es decir al que el pueblo de México, del que él es alma y guía, haya decidi….bueno, ustedes me entienden.
En otras palabras, no solo ya decidió el quiénes conforman la tercia de ases de la sucesión, sino que además va a mantener un sistema de elección opaco y altamente cuestionado por las propias bases morenistas por ser pantalla para ocultar dedazos, como el método electivo de su delfín. Así la democrática sana distancia entre el poderoso y su partido.
¡Pégame pero destápame, jefe!
En segundo lugar, el dueño de los otros datos se ha dedicado a demostrar de forma tóxica a esas corcholatas quién tiene el sartén por el mango.
Muy acorde con su talante de titiritero de palacio, las pobres corcholatas, a las que por fuerza monrealito quisiera pertenecer, las trae como mayates amarrados de la patita y dando vueltas a lo loco.
Vean si no. Un día le levanta la mano en un acto público a la regenta, otro dice que su carnal es su carnala y que hace un gran trabajo para conseguir las vacunas, al siguiente afirma que el secretario de hibernación es el mero macizo de su gabinete...para desmentir después sus propios dichos y bajarle los ánimos a cada uno y todos en conjunto.
No solo se regodea en ser el dueño de la sucesión, al más puro estilo del PRI original, sino que además. Cual marido golpeador a su mujer, parece necesitar demostrar de formas violentas, o al menos pasivo agresivas, que solo sus chicharrones (y garnachas) truenan.
¡Síganme les buenes corcholates!
¿Qué les queda a las pobres corcholatas? Pues tratar de demostrarle al gran elector que son dignos de suceder su movimiento histérico, es decir histórico, imitando de una forma u otra sus movimientos, actitudes y acciones.
Ya es costumbre que en cuanto el preciso dice algo, la regenta hace eco de lo dicho por el presidente. Por ejemplo, el dispararte sobre el fin de la pandemia y, para demostrarlo, levanta restricciones en pleno aumento de contagios. Otro todos salen a defender a su pequeñuelo (cuando la foto fue filtrada por presidencia en medio de la crisis de los asesinatos de los dos sacerdotes jesuitas) demostrando el gran y cariñoso padre que tiene como ejemplo el hijazo de su vidaza en su casita palaciega.
También se nos viene a la mente que el mero mero maromero de Gobernación usa aviones del Guardia Nacional para asistir a eventos proselitistas -y una vez que lo cuestionan decide ocultar la información, siguiendo la guía del preciso con el tren Maya-. Por su parte, el carnalito habla de sus 5 destapes, asumiendo sin rubor su papel de corcholata y dependiente del ánimo del gran elector.
Y por si fuera poco, al final todos usan recursos inexplicables para hacer campañas fuera de los tiempos marcados por la ley, igualito que el presidente en las mañaneras y durante la consulta de revocación de mandato.
Como chinos…nomás milando.
Mientras todo esto ocurre, la sociedad parece haber interiorizado y naturalizado el régimen de ilegalidad y autoritarismo que se ha instaurado desde 2018.
No nos extraña que se rompa la ley, que se denoste-ataque-coopten las autoridades electorales, tampoco nos indigna que aquél que decía “ciudadano presidente: ¡cállese chachalaca!” ahora lo sustituya por “mi derecho humano ala expresión/ mi pecho no es bodega” y hable cuando la ley y la constitución le demanda callar.
También nosotros, la ciudadanía, fieles a la tradición que heredamos del siglo del priismo original, preferimos en una gran mayoría hacer mutis y alinearnos a los nuevos tiempos o por lo menos recurrir a un silencio cómplice.
En fin, se ve un largo y sinuoso camino hasta el 2024…y no se perciben ni rastros de la oposición.
El último en salir apague la luz
@HigueraB
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