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El bolsillo infectado

Por: Vicente Amador


No se requiere un estudio muy profundo para saber que durante esta contingencia sanitaria las preocupaciones de la mayoría de los mexicanos oscilan entre la salud y los achaques del bolsillo. Millones de personas equilibran entre generar ingresos y no infectarse. La mayoría no tiene esta opción.



A unos días de que nuestro país rebase las 50 mil muertes y los 400 mil contagios (¡al menos!), ya prácticamente todos tenemos noticia de alguna persona que tiene o tuvo Covid. Para este momento muchos conocemos algún paciente grave. Amplia es también la cifra de quienes hemos visto morir seres queridos. Y por el lado económico, son minoría quienes no padecen mermas.


El INEGI acaba de presentar la estadística sobre el impacto en la actividad económica y el mercado laboral. Gracias a estos útiles datos sabemos que, de las casi 1 millón 900 mil empresas que hay en el país, poco más de la mitad realizó cierres temporales o paros técnicos como medida de prevención. ¡Habrase visto! Meses atrás imaginar este panorama sonaba a ciencia ficción.


Durante esta contingencia, ha habido periodos donde seis de cada diez empresas del país estuvieron cerradas. Por eso hay analistas quienes señalan que lo más parecido a esta situación es una guerra.


Son las microempresas, las que menos recursos tienen, donde más cierres temporales hubo. De los más chicos, cerraron nueve de cada diez negocios. Estamos hablando de los que bajaron la cortina por precaución sanitaria. De esas organizaciones que temporalmente suspendieron actividades, la mitad lo hizo por 21 días o más. Los demás lo hicieron por menos tiempo. En todos los casos, con la afectación que significa este lapso por lo general sin ingresos pero con gastos.


El INEGI también nos dice que poco más de nueve de cada diez empresas ha sufrido al menos alguna afectación derivada de la pandemia. ¿A qué afectaciones nos referimos? Casi todos los empresarios, de todos los sectores, de todos los tamaños, han manifestado disminución de los ingresos, la mayoría ha señalado que la demanda bajó, incluso, uno de cada tres señala escasez de insumos y/o productos.



Estas circunstancias naturalmente llevan a muchos empresarios a cerrar definitivamente, o a tomar medidas que permitan la subsistencia de la organización pero que afectan tanto a los mismos empresarios como a los empleados. Los datos impactan: 15% de las empresas ha reducido personal. Quienes así han procedido, en promedio se desvincularon de la mitad de su plantilla. Asimismo, casi 20% de las empresas ha aplicado reducción de remuneraciones y/o prestaciones, llevándolas ─en promedio─ a la mitad de lo que se tenía antes de la pandemia.


Por la dificultad que entraña consultarlos, el panorama de quienes trabajan en el sector informal es menos claro, pero lo sospecho más oscuro. Los rostros de mis proveedores habituales de tacos de canasta, tamales y esquites no es estadística nacional, pero se manifiestan contundentes respecto al escenario económico.


Durante esta pandemia, cada quien está librando sus batallas. Caras vemos, dramas personales no sabemos. Enfermedad, ansiedad, dificultades económicas, miedo, preocupación por el trabajo; como lo dibujan los números apuntados. Conviene tenerlo en cuenta, y ser solidarios todo lo que nos sea posible.




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