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Hong Kong no está tan lejos

Actualizado: 5 sept 2019

Por: Stephanie Henaro


El contexto internacional en el que están ocurriendo las protestas, la importancia geopolítica de la isla, y los ecos que generan las restricciones de los gobiernos autoritarios a las protestas ciudadanas, hacen que los kilómetros se evaporen, y que Hong Kong no esté tan lejos.



La crisis política y social que inició hace 10 semanas, originada por la protesta contra una ley de extradición a China, que este fin de semana culminó con un saldo de 45 heridos y el bloqueo del aeropuerto de la isla, ocurre en un momento en donde las tensiones de la guerra comercial parecen haberse elevado y podrían trascender las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos.


Porque Donald Trump a principios de este mes amenazó con imponer nuevos aranceles y Xi Jing Ping tuvo la cortesía de responderle con la devaluación del yuan al nivel más bajo desde 2008.


¿Pero qué tendría que ver Hong Kong en todo esto?


No estoy hablando de alguna teoría de la conspiración ni nada por el estilo pero me resulta difícil no tomar en cuenta la importancia geoestratégica de la isla al tiempo que ocurren estos sucesos en el contexto internacional. Tal vez no estén entrelazados, de una manera intencional , pero me parece que hay varios aspectos que debemos de tomar en cuenta.


La isla es una puerta de acceso al mercado chino. Su aeropuerto, el que fue bloqueado desde el viernes hasta este lunes como parte de las protestas y se convirtió en el escenario de la primera huelga general en cinco décadas, es un nudo clave en la comunicación aérea mundial, tanto de pasajeros como de productos. En 2017 lo emplearon poco menos de 73 millones de personas, lo que lo convierte en el octavo más transitado del mundo y el tercero de Asia, solo por detrás de Pekín y Tokio.


Por otro lado, su estatus de puerto franco, su régimen fiscal simple, las buenas prestaciones de sus infraestructuras y su seguridad jurídica, la han colocado, según el Doing Business de 2019 del Banco Mundial, en la cuarta posición, de 190 países, a nivel del clima de negocios. Pero si la situación sigue así, todo esto podría cambiar.


Carrie Lam, la Jefa Ejecutiva de Hong Kong electa en 2017, declaró la semana pasada que “las protestas destruirán la propiedad y la estabilidad de Hong Kong”, a la vez que un informe de la cámara de comercio de Estados Unidos, alertaba que muchas de las empresas asociadas comenzaban a percibir la ciudad como un destino de riesgo para sus inversiones, por lo que muchas estaban optando por desplazarse a otros emplazamientos asiáticos como Singapur.


El Hang Seng, índice bursátil hongkonés, perdió el lunes un 2,85%. En las dos últimas semanas, la caída alcanza el 5,86%.


La inestabilidad política podría arruinarlo todo pero me parece que la respuesta del gobierno chino podría arruinar también muchísimas cosas que, en mi opinión, van más allá de lo económico.


El gobierno chino ha comenzado a referirse a unas supuestas “fuerzas antichinas” como “las mentes maestras” que fomentan la violencia para así crear un caos del que terceros países puedan beneficiarse y también ha declarado que hay “signos de terrorismo” en las protestas.

Narrativa que ha calado profundamente entre los sectores prochinos de la sociedad hongkonesa y que ha derivado en una polarización social de un lugar solía distinguirse por su cosmopolitanismo y tolerancia


Ejemplo de esto es que tras los enfrentamientos del lunes entre manifestantes y miembros de mafias locales en el barrio de North Point, los vecinos –la mayoría inmigrantes procedentes de la provincia china de Fujian– se mostraban indignados ante la presencia de occidentales en la zona, a los que acusaban de ser espías, y exigían a la policía su detención. Algo así como una especie de “detractores del régimen.”


¿Nos suena familiar?


Los agentes antidisturbios han violado las censuras de las directrices de armamento no letal elaboradas por la Academia de Ginebra de Derecho Humanitario, en su manera de combatir a los manifestantes. Disparando pelotas de goma a menos de dos metros de distancia apuntando a la cabeza, y dejando ciega de un ojo a una chica, que fue golpeada en el rostro por uno de los proyectiles.


Todo esto combinado con una política de arrestos en masa que, sumada al comienzo del curso escolar, pretende apagar la mecha de las movilizaciones multitudinarias para lograr que la situación esté bajo control antes del 1 de octubre, fecha en la que se celebrará el 70º aniversario de la fundación de la República Popular. Festividad que el Partido espera que sea una demostración de fuerza y unidad. Aunque tenga que ser por la fuerza.


Pero me parece que esto podría no lograrse ta fácil porque de los cerca de 7 millones de habitantes que tiene Hong Kong, se calcula que al menos un millón de personas han salido manifestarse en contra de las enmiendas a la ley de extradición que, si salen adelante, permitirán por primera vez enviar fugitivos a la China continental. Una medida que se percibe como un ataque frontal al sistema de libertades del territorio autónomo, que Pekín prometió mantener, tras la devolución británica de la colonia en 1997.


Los alcances de esto se empiezan ya a notar en los resultados de una encuesta publicada por el Hong Kong Public Opinion Research Institute, en la que se muestra que menos de un 20% de la población confía en el Gobierno y un 66% cree que las fuerzas de seguridad se han excedido en su actuación.


Mientras tanto en tierras aztecas no sé de que nos jactamos si con la denominada “ley garrote” un manifestante podría pasar más tiempo en la cárcel que un asesino.


Por eso es que insisto que Hong Kong no está tan lejos.


El último en salir apague la luz.


*Las opiniones vertidas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, la forma de pensar de la Revista El Aguachile.

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