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I need a hero!!!

Por: Carolina Estrada


Cuando todo se pone feo, cuando la ciudad se ve amenazada por un terrible enemigo que pone en jaque a su población indefensa, no hay nada como un héroe para rescatarnos a todos y, ¿por qué no?, rescatar también otras cosas.


Porque no importan cuántos diplomas, experiencia, prestigio y capacidad de interlocución tenga nuestro héroe, siempre puede ser manipul… ¡ay no, perdón! Siempre puede colaborar con la causa para salvaguardar el bienestar común del pueblo bueno y sabio.



El doctor López-Gatell es un personaje que inspira confianza, un hombre maduro, ya pintado en canas, “de buen ver”, que no sólo habla con soltura, como un padre explicándole a sus hijos, con toda la paciencia del mundo, lo que necesitan entender; además es un hombre “limpio”, exento, hasta cierto punto, de toda mácula política que pudiera disminuirlo ante los ojos de la opinión pública. Y por si eso fuera poco, tiene un ingrediente hasta ahora ajeno a la 4T, pero que tanta falta le hacía: es un hombre de ciencia.


Tanta es la ciencia de López-Gatell, su formalidad y confiabilidad, que al principio de sus intervenciones públicas parecía chocar con AMLO, parecía estar fuera de su influencia y ser alguien que se escapaba hasta cierto punto de su control. Justo en ese entonces, la imagen política del líder supremo de la 4T había alcanzado un punto álgido pero, como el mismo López Obrador dijo en algún momento: la contingencia y la crisis “les cayó como anillo al dedo”, porque permitió rescatar el proyecto obradorista al darle los ingredientes que precisamente le estaban faltando: la seriedad, la confiabilidad, la formalidad y la frescura de alguien emanado de la comunidad científica y todo en medio de una crisis donde la gente necesitaba más que nunca al gobierno. Por eso, al principio era necesario que incluso hubiera una contradicción entre el líder y el nuevo héroe -pero nunca una franca oposición-, para que éste ganara veracidad, para hacer un personaje tridimensional que después se acomodaría al cuadro completo dándole el toque final al pastel.


Y tanta fue la eficacia del personaje, que no sólo se convirtió en un héroe, sino hasta en un galán de telenovela. Sí, porque la psique mexicana, tantos años construida a base de melodrama, confunde héroe con galán o los tiene tan mezclados que ya son indistinguibles, y fue así como pudimos ver al famoso doctor alzarse como el nuevo protagonista de los corazones mexicanos.


Que López-Gatell ocupara los reflectores, que tuviera su propia conferencia diaria para adoctrinar, confirma la importancia de este personaje en la vida pública de México. Y volvemos al tema de la telenovela porque precisamente así nos dio por llamar a la famosa conferencia diaria entre el público: “la telenovela de las siete”. En ésta, el doctor guapo nos daba cuenta de sus aventuras para luchar contra el terrible villano invisible que nos acorralaba en casa al tiempo que daba cuenta de su brillo y especial soltura para hablar con el público.

Pero mientras todos pensamos que al fin tenemos un héroe que vela por nuestra seguridad, salud y bienestar, la realidad es completamente otra. Mientras nos mantenemos secuestrados en nuestras casas, lejos de las cosas que cotidianamente nos daban sentido, es todavía más fácil hacernos proclives a cooperar, lo cual recuerda mucho el síndrome de Estocolmo.


Sí, es verdad que necesitamos una autoridad que vele por nuestro bienestar, una autoridad colectiva que ayude a generar orden y concierto para lograr el bien común pero, ¿hasta dónde es válido delegar al 100% la responsabilidad de nuestro bienestar en una figura pública? ¿De verdad se puede confiar en su proceder desinteresado y heroico? Por su puesto que no y esta crisis nos lo ha confirmado más que nunca. El gobierno no nos va a salvar porque ningún gobierno, en mayor o menor medida, estaba preparado para enfrentar una contingencia de esta magnitud.


El gobierno no está interesado en el bien común como lo más importante, ningún gobierno en realidad. El gobierno, el Estado, está interesado en mantener la aprobación del electorado ante todo. Harán lo que consideren necesario para salvaguardar a la población siempre y cuando eso resulte en su propio bienestar, siempre y cuando su imagen no se vea afectada porque si eso se perdiera, entonces se perdería su razón de ser; porque mientras la población sea capaz de autoorganizarse, de cooperar y comunicarse entre sí de manera efectiva para lograr el bien común, el gobierno habría perdido sentido.


Así, la verdad es que el héroe que todos encumbramos no ha venido a rescatar a los mexicanos, sino a alguien más que lo necesitaba como aire fresco para seguir logrando su propósito, para mantener el poder que tanto anhela.


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