Dra. Aribel Contreras
Ante el panorama cada vez más ensombrecido y entintado de sangre, sigue la guerra en Ucrania. Hace quince días comenté en este espacio que estaremos viviendo un efecto boomerang[1] ante la aplicación de sanciones económicas. Es decir, aunque se pretende estrangular la economía rusa y aislar al país, la interdependencia económica de todos los países y la hiperconectividad del mundo, tendrá graves consecuencias ya que la afectación no sólo es para Rusia sino para la economía global. Muestra de ello es que el Fondo Monetario Internacional ya informó que en abril próximo hará ajustes en sus expectativas de crecimiento para todas las regiones.
Con la guerra, se tiene un escenario incierto, pero donde sí hay certidumbre es que esta turbulencia energética económica, financiera, comercial, y de afectación de mercados, tendrá un impacto a mediano y largo plazo en áreas que aún no se han puesto a la atención internacional. Esto propiciará una caída en el PIB de Rusia; según JP Morgan ésta será de -7% y de Bloomberg Business de -9% durante este 2022. Seguiremos viendo una mayor alza de precios en las materias primas como metales, energéticos y granos como consecuencia del candado puesto al comercio exterior ruso. Cabe destacar que los fertilizantes rusos se compran desde diferentes partes del mundo y al no haber este componente, se puede convertir en el próximo “oro negro” ya que es indispensable para las cosechas agrícolas. Por lo que es relevante hablar ahora de la seguridad alimentaria mundial ya que puede entrar en crisis.
La seguridad alimentaria es definida por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como “todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, y así poder llevar una vida activa y saludable”. Existe un índice que mide este concepto. La siguiente imagen permite ver el comportamiento de los 113 países evaluados a través de 58 indicadores agrupados en 4 pilares: asequibilidad, disponibilidad, calidad y seguro, y recursos naturales y resiliencia.
Durante la guerra, Ucrania se enfrenta a falta de agua, alimentos, medicinas y electricidad. Sin embargo, ya se encontraba en el lugar 58 desde el año 2021. La FAO ha advertido que la parálisis de la producción en Ucrania y Rusia de granos, la alta demanda y volatilidad de energéticos, el alza de precios de fertilizantes, y el cierre de puertos, impactará la seguridad alimentaria. El Fondo Monetario Internacional ha destacado que el conflicto la pone en peligro y significa hambre en África. Mientras que el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres dijo "...evitar un huracán de hambruna y el colapso del sistema alimentario mundial". Yo agrego que, además la ya existente crisis de cadenas de suministro, altos precios de transporte marítimo y la incertidumbre de cuándo los ucranianos podrán dejar las amas por las cosechas, impactará a mediano y largo plazo. Un elemento clave en la seguridad alimentaria son los granos y más específicamente el trigo.
Los principales compradores internacionales de trigo, por millones de USD, son:Egipto, Turquía, Indonesia, Bangladesh, Nigeria, Yemen y Túnez. Por lo que el panorama mundial de trigo para este año puede ser desolador si no se incrementa la capacidad de cosecha y de exportación. En la siguiente imagen se aprecia los principales jugadores en este sector.
Las acciones inmediatas que ya se están dando son:
*Aumento de la capacidad de cosecha de Argentina y Brasil.
*Implemento de medidas urgentes para destrabar los eslabones que generan disrupción en las cadenas de suministro.
Lo que aún falta por darse es:
*Financiamiento a campesinos para sembrar tierras cultivables que están sin utilizar.
*Organizar reunión multilateral para abordar el tema y buscar soluciones conjuntas.
Todo esto me recuerda lo que sucedió en 1998 que se vivió lo opuesto con los precios internacionales de materias primas, por lo que se ocasionó un tsunami en la economía rusa al borde del colapso y esto fue bautizado como el efecto vodka. Así que, al darse esta situación en Rusia, es que lo he bautizado como el efecto Matryoshka haciendo referencia a las famosas muñecas rusas. Esta situación tiene diferentes capas y va generando diversos impactos, por eso lo he nombrado así ya que, con estas muñecas, conforme se destapa una, viene una sorpresa nueva. En este caso las sorpresas son diarias pero el primer sorprendido ha sido el presidente ucraniano ante su inocente credulidad hacia Occidente de que no lo iban a dejar solo y ha sido todo lo contrario. Para muchos, la sorpresa fue el pasado 24 de febrero cuando Rusia sí invadió Ucrania, pues creíamos que la diplomacia iba a prevalecer, pero los intereses geopolíticos rebasaron el diálogo. Las próximas sorpresas están por venir.
Para ver mi análisis en este sentido, te invito a ver un resumen de mis reflexiones en:
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