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La decadencia de la política

Actualizado: 13 ago 2019

¿Puede la política como práctica de gobierno, marcar el éxito o fracaso de un mandato? De ser así, ¿estamos ante la decadencia de la política o frente a una resignificación de lo político y sus alcances?


Por: Sergio Anzaldo Baeza


El titulo me lo fusile de Jorge Cuesta. Y el espíritu de la reflexión, también, habida cuenta que su provocadora argumentación publicada hace 85 años en El Universal, nos permite otear nuestro horizonte político desde una perspectiva hasta ahora inédita. Pero vayamos pian pianito.

Cuesta señala que la política es la más admirable de las acciones que pueda uno emprender o bien la más despreciable, pero indefectiblemente se ubica en alguno de estos dos extremos de valor. Por ello, referirse a un político es hablar de su valor como persona, es establecer un juicio moral sobre ella, ora por ser admirable o bien por ser despreciable. Así “condenar una acción política es condenar a una persona por entero”.


Para que la política sea admirable tiene que ser la que manda, la que postula, encabeza e impulsa un proyecto social determinado, a pesar de la incertidumbre que necesariamente genera. Para Cuesta, la política se troca despreciable cuando renuncia a esta potencia creadora, cuando abdica de la dimensión de lo posible y se reduce a mera administración, a mera gestión pública orientada a seguir los designios de otra entidad cualquiera. “Una acción política es moral, no en cuanto obedece, sino en cuanto manda, pues cuando deja de mandar se separa de su norma. Una política que no manda personalmente, es tan solo el agente, el instrumento del mando”.


Esta dimensión moral de la política permite entender un poco mejor porque Peña Nieto se ubica como el presidente peor evaluado del que se tenga registro, a pesar de haber sido el mejor gestor de los últimos tiempos. No olvidemos que realizó la friolera de 14 reformas estructurales, pero siempre obedeciendo el mandato de la OCDE y de los mercados globales. De cierta forma renunció a la potencia creadora de la política por administrar el modelo neoliberal que no dio los resultados prometidos, bueno sí pero sólo para unos cuantos.

Texto original de Jorge Cuesta


Esta interpretación también permite explicar porque AMLO, a pesar de ser hasta ahora uno de los peores administradores que hemos tenido en la presidencia, goza de los mejores niveles de aprobación popular de los que se tenga registro. Gracias a sus desplantes y decisiones polémicas, a la gente no le queda duda que él es el que manda, que él tiene la determinación y la capacidad de conducir los esfuerzos colectivos para perseguir sus sueños sociales, por más insólitos y descabellados que parezcan, como el aeropuerto de Santa Lucía o la refinería de Dos Bocas. En este sentido, es indudable que AMLO identifica a la política como posibilidad, por eso desde antes de tomar posesión señaló que no venía en papel de gerente ni iba a estar de florero en el despacho presidencial. Y eso ha quedado muy claro para "chairos" y "fifís".


Los resultados de la presidencia de AMLO son inciertos y es casi seguro que ni él mismo tenga claro en que va terminar la #4T. Pero lo que sí es indudable es su coincidencia con la visión de Jorge Cuesta: “La grandeza de la política está precisamente en su riesgo, en sus vicisitudes y contingencias. Y en cuanto abandona su riesgo, se empequeñece”.


¿Vivimos en el apogeo o en la decadencia de la política? No lo sabemos. Sólo con el tiempo veremos con claridad de qué color pinta el colorado.


*Las opiniones vertidas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, la forma de pensar de la Revista El Aguachile.

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