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Una palabra

Por Eduardo Higuera


Cualquiera que diga que la relación de vecinos entre México y Estados Unidos ha sido idílica o se acerca a ese estatus es una persona que vive en un mundo de color de rosa o no sabe nada de historia.

Los momentos de desencuentros son abrumadoramente mayores en número de lo que han sido los de verdadera concordia, a pesar del proceso de integración económica que se ha vivido desde el sexenio de Salinas de Gortari.


Sin embargo, 2023 ha marcado el pico más alto de tensión entre ambos países de lo que va del gobierno transformacionista de López Obrador, logrando que se pase de relación complicada a un conflicto político de consecuencias graves.


Una palabra abarca todo este proceso de descomposición de lo que parecía ser una alianza más o menos justa para todos: fentanilo.


En solo nueve letras se contiene una enorme cantidad de temas políticos, sociales, judiciales, crisis humanitarias, de relaciones internacionales, comerciales, culturales y de gobierno.


La polarización, esa forma de hacer comunicación política tan de moda, que se ha vivido entre los actores políticos en ambos lados del Río Bravo sigue una misma lógica, contradictoria con la corriente preponderante de las últimas dos décadas. En lugar de construir, colaborar y buscar como crecer juntos se busca la confrontación y el mesianismo.


Así como, ilusamente, en el pasado se ha pensado que implantar la libertad comercial y un sistema electoral formalmente democrático (por ejemplo en Afganistán) provocará forzosamente como resultado democracias representativas liberales al estilo anglosajón, en el caso que nos atañe las clases políticas de pasadas décadas apostaron que la integración económica sería el sinónimo de mayor seguridad, democracia más plena y liberal y mayor riqueza entre nuestros países. Ilusos.


Con el fantasma de Trump por un lado y con el presidente más populista y autocrático del siglo XXI en México esta ide ha probado ser un gran error. La alter rigth y los republicanos trumpistas parecen estar de acuerdo con sus contrapartes mexicas. De esta forma cantan juntos cantan consignas absurdas sobre posibles intervenciones y resistencias heroicas que han terminado por crear una situación que se acerca ala suma cero con escenarios futuros negativos.


No debemos perder de vista que esta polarización tiene un trasfondo electoral tanto para AMLO como para los republicanos. A los de allende el Bravo les ayuda a construir una narrativa en la que el gobierno de Biden ha sido cómplice de la muerte de miles de estadounidenses, dejando de lado el hecho que no hacen ni lo mínimo necesario para combatir el consumo de fentanilo, preárando así sus discursos fanáticos de campaña...


Por su parte, el bienamado líder supremo de la ola guinda ha azuzado el nacionalismo más básico y bestial entre sus huestes, llegando al exceso de usar términos como intervención, invasión militar, resistencia. Por supuesto que las versiones más exageradas no son suyas, sino de su red de voceros no oficiales, youtuberos incondicionales e “influencers” de pacotilla que hablan de cómo el pueblo mexicano resistirá la invasión del impero para defender al preciso y su proyecto nacional. Aunque claro, nada dicen de los miles de muertes que su gobierno permisivo al trafico de fentanilo ha provocado.


De esta forma, los supuesto rivales, se tocan como la serpiente que muerde su propia cola, ya que de forma irresponsable crean un ánimo popular que será muy difícil de desactivar y que tiene como fin presentarse como los héroes defensores de la patria ante el electorado en la próxima elección presidencial.


¿Las consecuencias?, a nadie parece interesarle minucias tales en el continente americano.


Sin embargo, desde el otro lado del océano pacífico podemos ver al dragón chino sonriendo, mientras se frota las manos con anticipación de triunfo.


Y es que las narrativas de confrontación entre los vecinos incómodos del Estados Unidos cada vez mas revuelto/trumpista y del México crecientemente autoritario pseudo nacionalista y conservador llaman forzosamente a un reordenamiento geopolítico en el que China puede obtener ventajas obvias y de largo plazo.


El escenario es muy claro. Sin una fuerte unión por parte de los vecinos de Norteamérica que vaya más allá de lo económico, incluyendo temas de seguridad, tanto Estados Unidos como México reducen la posibilidad de crecer en su papel de jugadores en el escenario mundial o continuar como la potencia más importante de nuestros días.


Está claro lo que se debería hacer. Sin embargo, el escenario para realizar las acciones concretas ha sido empañado por las narrativas del fentanilo, en la que actores y gobiernos se han enfrascado. NO es posible pensar en un fortalecimiento real de los lazos y la cooperación si senadores gringos piden que se aplique el intervencionismo militar a la usanza de la guerra fría pero tampoco si las huestes del presidente hablan como si nos encontráramos en 1847.


Las miles de muertes que la ruta del fentanilo significa para ambas naciones no podrán ser evitadas a menos de que se establezca un compromiso de lucha a largo plazo, se hagan reformas legales y constitucionales, se establezcan programas de prevención claros y fuertes y, especialmente, no se continúe con el juego político electoral que las clases políticas han establecido alrededor del tema.


De lo contrario solo estaremos jugando al tío Lolo y esta crisis de las narrativas encontradas no hará sino crecer, emociones por encima de bienestar de los ciudadanos y los países.


No hay señales de que esto vaya a cambiaren el corto plazo. El fentanilo y sus consecuencias constituyen una situación compleja que no se va a resolver con cartitas al presidente de China en las que se destila ingenuidad, desconocimiento y soberbia por parte de López Obrador.


Al final ya vimos los resultados que las ocurrencias ridículas y propuestas zafias de nuestro primer mandatario obtienen en los foros internacionales.


@HigueraB

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