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Por: Eduardo Higuera Bonfil


En los últimos meses me he debatido entre el pensamiento de nuestro presidente, que llama “benditas” a las redes sociales, y la crítica de Umberto Eco que afirmaba que las redes potenciaban las voces de los idiotas y las equiparaban con las de un premio Nobel, fenómeno al que llamó “la invasión de los necios”.

Y es que, ¿quién no ha sufrido una respuesta “amable” y “cordial” de un tuit, post o publicación que tiene la mejor de las intenciones? ¿Por qué nos hemos vuelto mas sensibles que un jarrito de Tlaquepaque cuando se trata de las redes? Peor aún, ¿dónde quedó la capacidad de aceptar un error con humildad y decencia ante los señalamientos de otros?


¿Acaso se nos caerá el….brazo o una….mano si aceptamos que el otro tiene la razón?


Pero vayamos por pasos, antes de que les hable de las agresiones en redes sociales hay que hacer un acto de contrición y ser sinceros: TODOS, sin excepción alguna, la hemos cajeteado feo en alguna ocasión, a veces en más de una, en las redes. Nos hemos ido de boca sin saber todos los datos, hemos caído en un fake news (uno de los más comunes es la foto de Mia Khalifa con lentes) o hemos reaccionado sin leer apropiadamente lo que nuestro pseudo interlocutor escribe.


Dicho esto, la violencia y agresividad de las redes no proviene de nuestras metidas de pata involuntarias, sino de tres elementos específicos: el anonimato; la negación y manipulación de datos y fuentes, así como de la "falta de blanquillos" (es decir, valor civil) para aceptar que no siempre le atinamos a todo, o dicho en plata: la soberbia personal y de grupo.


Como muchas otras buenas ideas de la humanidad, las redes sociales son tan amplias y tan flexibles en su manejo que caben todo tipo de actitudes y personalidades, lo cual lleva a reflejar los tiempos de polarización política y, en el siglo XXI, a incrementar ese ambiente de forma exponencial.


Las redes sociales digitales se crearon pensando en un nuevo medio que permitiera llevar conocimiento y comunicación a todo el mundo con costos muy pequeños en comparación al pasado. Esta información sería personalizada e instantánea para todos los humanos que tuvieran acceso a internet. Sin embargo ya tenían dentro de si el germen de su propia perversión.


Recuerdo que esto ya se señalaba hace una o dos décadas, desde mis lecturas de Sustein (2001) o Christakis (2010), quienes señalaban el poder de las redes para hacernos daño a través de nuestro propio canto de sirenas que nos confirmaba lo correctos, inteligentes y guapos que somos.


Sin duda, un auto tiene el potencial de matar una persona si la tropella pero no fue concebido para ese uso, es el conductor el que lo lleva a transformarse en un arma. Lo mismo ocurre con el internauta que decide usar su cuenta de Instagram, Facebook, YouTube o Twitter para agredir y golpear a los demás sin fijar ningún límite moral, de información veraz, social o de etiqueta. En ambos casos se pervierte lo que se hace con la maravilla tecnológica que tiene la persona entre sus manos.


Ahora bien, no estoy a favor de la regulación legal de las redes pero sí de un mayor y más fuerte activismo personal en favor de la convivencia y la reducción de la violenta polarización que se vive en ellas, claro reflejo de la condición de nuestra vida y país.


Si en la vida real no somos capaces de dejar de mentarle la madre al conductor que nos hace sonar el claxon porque nos pasamos el alto y no podemos aceptar los datos duros sobre la situación del país sin acusarnos de ser pejezombies o derefachos, ¿qué podemos esperar en las redes sociales donde ni siquiera estamos a tiro de un buen derechazo?


Esto me lleva a mis recomendaciones personalísimas para superar, o al menos mitigar, los efectos nocivos de nuestras propias actitudes.


Es que lo hice sin querer queriendo


Si nos preguntan, todes somes hermanites de la caridad que no hacemos nada más que diseminar la información que pasa por nuestros muros, timelines o como quieran llamar a la cascada incontinente de tuits, posts e imágenes que no nos dejan ni respirar cuando entramos a nuestras redes personales. Sin embargo, hay que tener tantita…cordura y checar un segundo lo que se envía al ciber espacio.


Si bien es cierto que el nivel de sofisticación al que está llegando la desinformación es altísimo, también es cierto que si leemos un poco o desempolvamos el sentido común podemos ahorrar la contaminación que surge muchas veces de las cuentas de troles y bots de todos los bandos.


No es lo mismo retuitear un post del Banco de México que habla de la recesión económica que hacerlo con un tuit que asegura que Callo de Hacha es un reptiliano (pobres extraterrestres) o con otro que establece por medio de una encuesta entre sus seguidores que Gibrán es gran genio de la argumentación política a nivel mundial (solo así lo lograría). #NoMasFakeNews


¿Eres tú, Carlos?


La verdad es que muchos de nosotros, los internautas, hemos pasado de la libertad al libertinaje. Conozco personas que poseen hasta 5 o 6 cuentas en una misma red social, sin ser políticos o granjeros de bots.


No tiene nada de malo tener más de una cuenta y separar así la vida estrictamente personal y familiar del ámbito laboral pero de ahí a usar el anonimato que puede ofrecer una cuenta en una red social como permiso para insultar, lanzar mierda a todos lados y agredir para intentar compensar nuestros complejos de inferioridad (tan mexicanos, ellos), es otra cosa.


La recomendación es obvia, una cuenta nada más y valor civil bien colocado dentro de la ropa interior.


¿Quién los tiene más duros?


Unas de las cosas más desconsoladoras en la vida, después de la muerte de la mamá de Bambi, es ver que la misma fuente de información sirve el día de hoy para apuntalar nuestra opinión y mañana es señalada como un nido de mentiras y manipulaciones.

El mejor ejemplo de esto es nuestro gansito Marinela presidencial. Dejó cientos de páginas en sus libros y miles de tuits apoyados en los indicadores de organismos internacionales que hablaban de la violencia desatada por el Tomandante Borolas y su guerrita idiota, de la corrupción y falta de crecimiento de Peña Nieto Bebé y que ahora, gracias a la mágica cuarta transformación, son datos se han decretado sin importancia porque le afectan a su desempeño como gobierno.


Andrés criticó a sus predecesores con datos, Andrés no acepta que lo critiques así porque serías fifí, no seas como Andrés y usa/acepta los datos duros y sus fuentes.

(Y no importa si eres doctor en alguna ciencia social, directivo panista de una empresa reconvertido en seguidor de la luz de la 4T o maestra titulada en Berkeley, este comportamiento se perpetúa y acrecienta, dañando el ecosistema digital).


Aceptar el error no es humillación


A veces, solo a veces, uno encuentra un ejemplo del deber ser en la vida real.


Cuando se difundió el supuesto video de la Jefa de Gobierno entrando a la escuela de Fátima, era evidente que era fake pues si poníamos cuidado veríamos que era una secundaria técnica por los uniformes de los alumnos.


Pero como la víscera es lo de hoy, sin importar el bando, muchísimos opositores lo trataron de viralizar como prueba de su insensibilidad ante el tema y quedaron moralmente derrotados por su visceralidad.


Sin embargo, Gabriel Guerra fue uno de los pocos que rectificó. No bajó su tuit o le echo la culpa al becario o los gobiernos anteriores. En un acto de valor cívico, aceptó su error en tuiter y pidió una disculpa, como los grandes de las redes deben hacer. El analista y consultor demostró de qué está hecho.


¿Cuántos opositores o funcionarios actuales han visto que hagan algo así?


Si seguimos estos sencillos consejos se reducirán las mentadas, insultos o grandes argumentos dogmáticos en nuestras discusiones en redes sociales y, quizá, el enrarecimiento de nuestra vida social será menos pronunciado.


Nos vemos en el próximo Aguachile, el #13 del terror.



@HigueraB

Por: Aribel Contreras


La reunión anual del Foro Económico Mundial que se realiza en Davos, Suiza, es esperada no sólo por los medios internacionales de comunicación, sino también por los grandes protagonistas. La primera versión de esta reunión de políticos y empresarios fue en 1971, con su creador el economista alemán Klaus Martin Schwab. La principal intención de este foro es la de tener una reunión de alto nivel en materia política y de negocios con reflexiones sobre las directrices a seguir para tener un mundo mejor donde habitar. Después de 50 años, el Foro de Davos sigue y seguirá siendo un espacio donde las voces buscan tener eco no sólo durante el foro, sino a largo plazo a través de las conclusiones a las que lleguen al finalizar la semana. Hoy sigue siendo un foro multilateral donde el peso empresarial y de organizaciones no gubernamentales recobra más fuerza para debatir ideas, discutir un tema central y llegar a consensos en acuerdos.



La agenda global


Año con año se dan cita aproximadamente tres mil personas que acuden de una gran cantidad de países. En esta ocasión, el tema central ha sido “50 años y un nuevo manifiesto por la sostenibilidad”. Es decir, justo a través de este nuevo rol empresarial que se vive, cómo es que la cuarta revolución industrial (4RI) deberá tener como eje central la agenda global cobijada por los Objetivos de Desarrollo Sostenible a través de seis aristas:


  • Fomentar una economía inclusiva;

  • Implementar estrategias de acuerdo a los retos del cambio climático;

  • Ayudar a empresas para crear modelos para impulsar la 4RI;

  • Lograr un consenso global sobre el despliegue de tecnologías de la 4RI;

  • Capacitar a más de mil millones de personas para la próxima década y;

  • Construir puentes de diálogo para dar soluciones globales a problemas globales.


Donald Trump


En esta ocasión, me refiero al mandatario de Estados Unidos, Donald Trump. Justo el día que inició el juicio político al interior del Senado, arrancó con un discurso en Davos el cual era altamente esperado, pero no dijo nada nuevo que no haya dicho antes.


Nuevamente mostró su escepticismo hacia el cambio climático y presumió los logros obtenidos durante su gestión como presidente donde destacó: i) creación de empleos, ii) tamaño de su economía, iii) limpieza del aire y agua de su país, iv) recuperación de fábricas, entre otros temas. Pero en concreto no dijo nada sobre cómo su país puede aportar para hacer de este planeta un mejor lugar para todos.


Recordaremos que su diplomacia coercitiva lo ha caracterizado en cuanto a su política exterior. Así que sólo se metió en el terreno de la política interna como parte de su estrategia para obtener más capital político, ya que todo esto se da en pleno año electoral. Así que dado su protagonismo personal, es que veremos que seguirá hablando mucho pero con gran carencia de soluciones reales a los problemas actuales.


México en Davos


Nuestro país ha sido el foco de atención desde que se firmó el T-MEC, no sólo por el tema comercial, sino el gran tinte político. Ahora en Davos, la delegación mexicana tuvo como principales objetivos el de defender el multilateralismo y luchar por un sistema de comercio mundial basado en reglas (por aquello de las sorpresas que siempre hay por parte del mandatario de EU ya que tener el T-MEC aprobado al interior de su Senado, no es garantía que no se le ocurra imponer aranceles de manera unilateral argumentando seguridad nacional).


Por lo que este foro siempre permite estar en el escenario con los reflectores para platicar con contrapartes y recordarles las bondades que cada país ofrece para atraer inversión extranjera directa y hacer negocios. Así que para México fue el lugar y el momento indicado (ya con un T-MEC asegurado con EU) para promoverse. De allí que la Secretaria de Economía destacó que nuestro país cuenta con las siguientes prioridades: i) estabilidad macroeconómica, ii) reducción de la pobreza y desigualdad, iii) impulso del mercado interno y sobretodo iv) incrementos salariales.


El mensaje principal fue que México reitera su compromiso con el comercio global pero nunca más a costa de trabajos mal pagados. Y durante esta semana, de manera paralela, se publicó el  reporte 2019 sobre el Índice de la Percepción de la Corrupción –que elabora Transparencia Internacional- donde México mejoró ocho casillas. Es decir, de haber estado en la posición 138, ahora está en la 130 de un total de 180 países. Donde uno es el país más transparente y 180 el más corrupto. Aún falta mucho por recorrer y mejorar en este tema, pero esto es una señal de que el país está tomando acciones para combatir la corrupción. Así que México sigue estando en una posición privilegiada en términos geoeconómicos para atraer nuevos negocios globales.


Seguiremos viviendo el nuevo desorden mundial derivado de esta segunda guerra fría de la que tanto he insistido. La 4RI enfrenta no sólo la evolución de la tecnología sino la implementación de ésta con el compromiso de que empresas, gobierno y sociedad civil trabajen de la mano por una agenda global. México debe tomar el liderazgo no sólo en América Latina sino a nivel mundial, de que el multilateralismo es el camino correcto para avanzar en la solución a los problemas globales.


@Aribel007


Fuente: ibero.mx

Por: Sergio Anzaldo


A como se va viendo la cosa, el único que parece tener clara la importancia electoral del 2021 es AMLO. Y, en consecuencia, su marco teórico es el que está definiendo el contexto político y electoral de las próximas contiendas electorales. Los retos para los partidos políticos no devienen únicamente de los cambios formales impulsados, sino, sobre todo, del cambio en las condiciones sociales en que se basaba su tradicional operación política electoral. Pero pareciera que a los partidos no les ha caído el veinte sobre las implicaciones que tiene para su respectivo desempeño este emergente escenario político electoral. Para no atosigar, echémosles un ojo a tres factores:

La singular militancia mexicana. La añeja discusión sobre las fuentes de financiamiento, público vs privado; la cruenta disputa por la distribución de las prerrogativas; y las insólitas restricciones para el ejercicio legal de las mismas, además de sonados casos de corrupción, auspiciaron la mutación de una hipotética militancia voluntaria a una pagada que no mueve un dedo si no recibe una lanita. Con la disminución de las prerrogativas y la cada día mayor dificultad para acceder a fuentes alternativas de financiamiento, simplemente no va a haber con queso las enchiladas. Por lo menos no en la magnitud necesaria para mantener una estructura desplegada en cada sección electoral del país.

¿PRI, PAN, PRD serán capaces de generar en un año una mística de trabajo voluntario, podrán persuadir a sus actuales militantes para que se entreguen a las causas del partido tan sólo por la satisfacción de haber cumplido con el deber? Lo dudo. En este rubro, hay que reconocer que Morena es un estado de ánimo, por eso puede darse el lujo de renunciar al 75% de sus prerrogativas; Dinero maldito que nada vales, parecen cantar convencidos por nuestro filosofo José Alfredo Jiménez.


La movilización. Esta peculiar aportación y característica de nuestra vida democrática se va a enfrentar con nuevos y decisivos obstáculos para su despliegue. A la astringencia económica y a la creciente fiscalización del uso de efectivo, se suma la tipificación como delito grave de las travesuras cometidas en materia electoral: primero tambo sin fianza y luego averiguamos, establece ahora la ley. Pero esto no es lo más insalvable.

La eventual universalidad de los programas sociales atenta contra el principal aliciente de los movilizados: la esperanza de recibir algún beneficio o trato preferencial. El poder de los movilizadores residía en las listas de sus parientes, amigos y amigos de sus amigos que veían en él la posibilidad de acceder a esa condición. La complicidad era el camino más accesible para recibir algún beneficio o, en su caso, para no ser borrados precisamente de algún padrón de beneficiarios. La coacción o el apapacho el mejor lubricante para la movilización en donde la discrecionalidad es la determinante para la integración de las listas. Con la universalidad de los programas sociales, no sólo la discrecionalidad se queda sin valor, sino que el costo del incentivo que puede convencer a alguien otorgar su voto, se incrementa exponencialmente. Digamos que los precios del mercado electoral se vuelven prácticamente impagables.


El canibalismo de los partidos de oposición. PAN, PRI, PRD parecen estar convencidos que su única oportunidad de ser competitivos electoralmente es convencer al electorado que cada uno es el más anti-AMLO. Algo similar parece ocurrir con los partidos que están a punto de salir del cascarón. No han hecho las cuentas que por la derecha podrán disputar, acaso, un 30% del mercado electoral, mismo que dividido entre la mayor parte de los partidos de oposición no alcanza ni para moverle una pluma a ese gallo. Por la derecha, le van a ser lo que el viento a Juárez, diría el clásico.


Y eso que el escenario mediático está peor para los partidos. Pero no los aterroricemos. Mejor dejamos esa reflexión para una próxima entrega. Lo que si sería conveniente que consideraran es que en política, como en el Big Brother, las reglas cambian. Y el que no se aclimata, se aclichinga.

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