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Por: Stephanie Henaro


El cambio es la única constante y lo cierto es que las certezas que se lograron hace un cuarto de siglo con el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) han dejado de serlo.



Estados Unidos sigue siendo el eje rector de nuestra economía y la Guerra Comercial nos ha ayudado a reafirmarlo. Ahora somos su primer socio comercial, somos infinitamente más dependientes y ante tanta incertidumbre separarnos de ellos está en chino. Literal.


Y con esto me refiero a la dificultad de que nuestra sufrida, abnegada y codependiente economía se separe de aquel país que le pide todo “sin compromisos”, en un momento en el que el marco del TLCAN parece pintado y en el que el T-MEC se encuentra colgando de una cuerda floja, y a la posibilidad de que México desafíe su posición geográfica para consolidar una relación económica con China que se ha venido acrecentando en los últimos 47 años.


Porque a pesar de que esto último es algo tan difícil de imaginar como lo fue el hecho de que Estados Unidos se convertiría en potencia mundial después de la Segunda Guerra Mundial esto podría, en algún punto del tiempo, sonar como algo no tan descabellado.


Porque dadas las circunstancias no podemos quedarnos cruzados de brazos y porque una nueva visión hacia el futuro es necesaria.


¿Ya se entiende por qué digo que separarnos está en chino?


A China se le ve cada vez más como una potencia que lleva décadas creciendo a tasas extraordinarias y cada día rivaliza más con Estados Unidos. De ahí que en este momento estén metidos en una Guerra Comercial en la que se juega el cetro del dominio mundial.


China es la segunda economía del mundo en dólares corrientes y la primera en términos de paridad adquisitiva. Desde hace 47 años mantiene relaciones con México y tal parece que desde entonces el amor ha ido creciendo. Pero aún le falta mucho y ante los ojos de Estados Unidos esto podría tratarse de un amor prohibido.


Si no, échenle un ojito al capítulo 32 del T-MEC.


Pero bueno. Regresando a la relación de México y China hay que subrayar que en el 2013 se estableció una Asociación Estratégica Integral entre ambas naciones y tan sólo del 2006 al 2016 el intercambio comercial entre ambos países se incrementó en un 187%.


De 1999 a 2016, la inversión de China en México fue de 485.000 millones de dólares, una cifra muy baja si se compara con otros países, pues entre 1999 y 2014, sólo representó el  0.1 % de la inversión extranjera directa.


Mientras tanto Estados Unidos se mantiene como nuestro principal inversionista. Tan sólo entre 1999 y 2016 invirtió 213,533.9 millones de dólares. Representado el 46% de la Inversión Extranjera Directa acumulada de ese periodo.


A pesar de que no existe una política una política de Estado en México implícita hacia China, México se mantiene como el segundo socio comercial de China en América Latina, con base en datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y apenas el pasado 23 de julio, inversionistas de la República Popular China sostuvieron reuniones con representantes de la Cámara Alta de nuestro país.


Destacando el interés de los asiáticos en invertir en infraestructura, turismo y otros sectores, además de incrementar el comercio bilateral. Enfatizando que Pekín mantiene su interés para participar en la construcción del Tren Maya, uno de los principales proyectos del presidente López Obrador.


Acto que ha sido considerado, en la voz de varios expertos, como una "jugada estratégica" del Gobierno mexicano que por una parte fortalece las relaciones con China y por otra envía un "mensaje" a Estados Unidos para que acelere la ratificación del T-MEC.


Sin embargo, aunque en los últimos 20 años se han venido haciendo esfuerzos intermitentes por parte de las Secretarías de Economía y Hacienda para darle mayor dinamismo a la relación con Pekín, las instituciones responsables de facilitar este intercambio aun son muy débiles.


El foco ha sido el intercambio comercial con EE.UU. Según el Observatorio de Complejidad Económica del Massachussets Institute of Technology (MIT), 73% de las exportaciones de México tienen por destino la economía estadounidense; en contraste, el segundo destino, Canadá, únicamente recibe 6.1%. De igual manera, 51% de las importaciones a México provienen de EE.UU.; a China corresponde el segundo lugar, con 15%.


La balanza comercial es desfavorable para México. El año pasado el intercambio comercial de China a México fue de 74 mil millones de dólares, mientras que de productos mexicanos al país asiático fue de 6.8 mil millones de dólares, por lo que hay un déficit muy grande.


Con esto volvemos al punto de dónde partimos y repito que hoy por hoy separarnos de Estados Unidos está en chino porque esto implica un grado de dificultad que, al parecer, va más allá de las cifras.


Porque al lanzarse la licitación para construir la séptima refinería en México, en el puerto de dos Bocas, Tabasco no se invitó a empresas chinas. Siendo que el gigante asiático es el campeón mundial este sector.


¿Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos?


México y China son economías emergentes que se encuentran en el momento adecuado para comenzar un nuevo capítulo en su relación bilateral. La llegada del nuevo gobierno coincide con la conmemoración del 70 aniversario de la fundación de la República Popular China y la iniciativa de "La Franja y la Ruta” de este país se complementa con las necesidades del nuestro.


Porque dicha iniciativa, lanzada en el 2013, se centra en la construcción de redes de infraestructura y comercio para buscar el desarrollo y la prosperidad común.


Estrategia difícil de implementar en un país que, como bien lo decía el finado Adolfo Aguilar Zinser, “es el patio trasero de Estados Unidos.”


De cualquier manera no será hasta el tercero o cuarto decenio del presente siglo cuando se manifiesten los alcances reales del impulso de China al desarrollo multiregional con esta iniciativa y veremos si separarnos sigue estando en chino tanto por la dificultad como por las oportunidades que China representa.


Porque así como hay mucha incertidumbre en la relación con Estados Unidos, en China no hay indicios de que vaya a haber grandes cambios políticos en los próximos 10 o 15 años.


Veremos qué pasa.


Porque a estas alturas del partido buscar un tratado de libre comercio con China sería hablar de un “amor prohibido que lo dice todo el mundo”. Porque este entraría en conflicto con el T-MEC y con el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP).


Mientras tanto preparémonos para las turbulencias comerciales de la guerra de las dos economías más grandes del mundo, y de los arranques comerciales de Trump hasta el 2024.


Separarnos está en chino.


El último en salir apague la luz.



*Las opiniones vertidas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, la forma de pensar de la Revista El Aguachile.

Por: Aribel Contreras Suárez


Entendiendo que el Reino Unido (RU) abarca: Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte, comencemos. En el año de 1921, la isla irlandesa se dividió en dos cuando se logra la independencia de la República de Irlanda (RI) y cuando seis condados continuaron siendo parte del territorio británico denominándose Irlanda del Norte (IN). Sin embargo, esta separación geográfica, motivó también a una separación social y política dado que había quienes buscaban que toda la isla fuera una república y otros que luchaban por seguir siendo parte de una monarquía. Viene una Segunda Guerra Mundial (SGM) y como resultado el mundo vivió una época denominada Guerra fría. El mundo polarizado y con muchos retos por delante se da un plan para la reconstrucción de la devastada Europa. Es así como en 1948 Estados Unidos decide apoyar con una cantidad de 12 mil millones de dólares para crear un fondo y ayudar a que Europa occidental renaciera. De esto surgió el Plan Marshall y culminaría –cuatro años después– en una Europa más fuerte y con diferentes matices pues justo por la Guerra fría, seguía dividida.



No obstante, la reconstrucción bastó para que varios líderes europeos consideraran la necesidad de crear una alianza europea llamada Comunidad Europea del Carbón y el Acero en 1951, la cual se transformaría seis años después en Comunidad Económica Europea (CEE). Los países fundadores fueron Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos. Dentro de sus principales objetivos estaban el de poder tener una producción alimentaria de manera controlada para que nadie se quedara sin comer, pues recordemos que fue uno de los principales problemas durante la SGM, lo cual creó un excedente de producción agrícola listo para ser exportado a sus aliados.


RU quiso ingresar a este grupo de cooperación multilateral pero en dos ocasiones el entonces presidente francés Charles de Gaulle vetó su ingreso. Por lo que fue hasta el año de 1973 que logró ser parte de este grupo selecto que buscaba ser más que una agrupación geopolítica, un bloque comercial. Dos años más tarde se realizó un referéndum para conocer la opinión de la sociedad británica que estaba acostumbrada a su patriotismo y a su histórica monarquía. El resultado fue que más del 65 por ciento votaron por el “Sí” para continuar dentro de esta Comunidad.


A lo largo de los años, la CEE siguió avanzando y consolidándose con la adhesión de nuevos miembros y con más temas de la agenda regional como: un sistema bancario integral creando un Banco Central en Frankfurt, un avance en la integración donde, de ser una zona de libre comercio, se movió hacia una zona aduanera ya que había una eliminación de barreras arancelarias y no arancelarias, luego a un mercado común donde el gran reto sería el libre intercambio de bienes, servicios, capitales y personas.


De esto último, surgió el Acuerdo Schengen cuyo principal objetivo era facilitar la movilidad de las personas sin restricciones migratorias pero el RU logró que se le exentara de dicha medida. Transcurrido el tiempo, la CEE aumentó de miembros dada la caída del Muro de Berlín, como resultado del fin de la Guerra fría, por lo que para los 90, la CEE se transformaría en Unión Europea (UE) gracias a la firma del Tratado de Maastricht.


De manera paralela a este aspecto regional, al interior de la la isla irlandesa, se vivía un conflicto armado de carácter étnico-religioso que cobró muchas vidas. Después de veinte años de tensión, en 1998 se llegó a un Acuerdo de Paz entre ambas naciones donde católicos y protestantes tendrían representación política. Además, este acuerdo llevó a la eliminación de la frontera para que bienes y personas circularan sin restricción alguna. Por lo que cuando la RI y la IN pasaron a ser miembros de la UE, todo fue mucho más fácil aún.


Para el año 2002, el mercado común lograba un paso más hacia adelante: una moneda única llamada euro donde el RU no quiso formar parte, al igual que otros países, siendo totalmente independientes en cuanto al manejo de sus divisas y de sus políticas monetarias y bancarias ya que tampoco quisieron ser parte de la unión bancaria. Es decir, de un lado de la isla irlandesa se usaría el euro y al norte, la libra esterlina. En el año 2013 el entonces Primer Ministro británico David Cameron hizo la promesa del referéndum en el RU para lograr su reelección por lo que, tres años después, cumpliría dicha promesa y la gran sorpresa se la llevó él cuando ganó el “No”. Esto lo debilitó políticamente y cuando entró su sucesora Theresa May, no pasaría mucho tiempo para que ella solicitara la activación del Artículo 50 del Tratado de la UE para iniciar el proceso de salida del RU.


Después de 17 meses largos de negociación para establecer los lineamientos sobre cómo quedaría la nueva relación política y comercial entre ambas partes, al fin -para diciembre del 2018- había un acuerdo en principio. Cabe destacar que esto se da con un quiebre al interior del parlamento británico. Hubo quienes estuvieron a favor y otros en contra del Brexit y aún tenían la esperanza de un nuevo referéndum para que la gente reconsiderara su voto y ganara el “Sí”, pero esta opción ya no fue viable. Finalmente habiendo un texto definitivo en diciembre, la prueba de fuego no pasó dado que May no logró el voto en la Cámara de los Comunes como tampoco lo logró el 21 de enero para que este acuerdo entrara en vigor el 29 de marzo de este año.


En Bruselas los negociadores, desgastados por la incertidumbre y por los cambios por parte del equipo del RU, dieron una prórroga primero para el mes de junio y ahora para el 31 de octubre donde el actual Primer Ministro Boris Johnson tendrá que buscar alternativas para la isla irlandesa para avanzar con el Brexit.


El tema álgido es la frontera invisible entre IN y la RI donde se espera no regresar a la frontera de hace décadas donde había revisión de mercancías y de pasaportes. Sin embargo, algunas regiones como Escocia no están de acuerdo que IN reciba un trato preferencial. Así que habrá que esperar para ver el status que guardará IN respecto al RU y a la UE. Pero a manera de posible solución puedo compartir que para no revivir un conflicto del pasado, se deberá hacer mucho cabildeo al interior del RU para que se acepte el Irish backstop, que no es otra cosa más que lo descrito anteriormente. Es decir, se debe buscar un Brexit suave en esta zona para evitar el Brexit duro que sería una salida sin acuerdo.


aribel.contreras@ibero.mx

Twitter: @Aribel007


*Las opiniones vertidas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, la forma de pensar de la Revista El Aguachile.

Por: Eduardo Higuera


"La democracia no es una meta que se pueda alcanzar para dedicarse después a otros objetivos; es una condición que sólo se puede mantener si todo ciudadano la defiende."

RIGOBERTA MENCHÚ


Ser demócrata no es para cualquier persona. Un demócrata tiene la obligación de respetar las reglas del juego político electoral y respetar las autoridades elegidas a través de las urnas. Además tiene la obligación de plegarse únicamente a los derechos que le son reconocidos y de cumplir sin chistar las obligaciones que su condición de ciudadano conlleva.

La comprensión de estos principios es básica para conservar la buena salud de una democracia, sin importar el país del que hablemos. Si no se respeta la ley vigente, si se nos olvida que todos somos iguales y que hay límites que no podemos cruzar, entonces el experimento democrático en el que se vive está condenado al fracaso.


Los límites son sencillos. Por ejemplo: los ciudadanos debemos participar e informarnos, exigir a nuestra autoridades el cumplimiento de sus funciones y promesas o su renuncia, apoyar a la opción política que nos parezca mejor para el futuro de nuestra comunidad.


En el caso de los políticos, se debe de entender que además de los límites legales se encuentran obligados a seguir un código de ética que no erosione las instituciones ni el contexto general. Entre esas acciones éticas podemos incluir la madurez de aceptar triunfos y derrotas en las urnas, la contención en las críticas de sus rivales y el respeto a las decisiones que una autoridad emita, ya agotadas las instancias de impugnación.


Para las autoridades la cosa es aún más estricta. No sólo deben ser ciudadanos y actores políticos, sino que tiene la responsabilidad de cumplir y hacer la ley. De lo contrario en lugar de garantes de la democracia se transformarán en sus destructores.


Todo lo anterior parece que fue olvidado en Baja California cuando se aprobó la famosa “ley Bonilla”, la cual permitiría ampliar el período del gobernador electo de dos a cinco años.


Como seguramente usted, lectora y lector, sabe, esta ley no solo rompe los preceptos democráticos a los que se debe de apegar el actuar de legisladores y magistrados. Y es que este es ya el tercer intento por parte de grupos antidemocráticos (no hay otro adjetivo) de realizar semejante acción que violaría la constitución, las leyes y se burlaría de la voluntad ciudadana.


De llegar a concretarse esto nos pondría en el borde del abismo. Simplemente sería el principio del fin de nuestra joven e incompleta democracia mexicana.


Permítame explicar por qué hago una declaración así de escandalosa.


La ampliación del período de un gobernador no es cualquier cosa. La convocatoria para las elecciones, la campaña electoral, las promesas y planes de gobierno, fueron establecidos para un período de dos años. Todo de acuerdo con el actual marco legal particular de Baja California y el legal y constitucional que nos rige a todos los mexicanos.


Aceptar que los diputados que decidieron por sus calzones, porque está claro no fue por principios legales o éticos, cambiar todo esto es fomentar el abuso del poder, el incumplimiento de la ley y la impunidad de las acciones de aquellos que detentan el poder político.


Se debe añadir que es el tercer intento de hacerlo, pues los magistrados electorales de aquél estado ya habían emitido una sentencia en favor de la ampliación del período del gobernador electo que fue echada abajo por el TEPJF.


En suma, se ha hecho todo lo legal e ilegalmente posible (con excepción de la toma del poder por las armas) para que Bonilla tenga 5 años de mandato, en lugar de dos.


Imaginemos ahora que cada uno de los gobernantes electos (senadores, diputados, presidentes municipales, gobernadores y hasta presidencia) se comportara de la misma forma y despreciara las leyes y los acuerdos bajo los que se compitió.


En unos casos los gobernadores pasarían de 6 a 3 años de mandatos, aunque seguramente la mayoría ampliaría su mandato a 9 o 12 años; los senadores podrían decidir que su mandato se elevara al doble que la constitución marca y cada municipio o estado terminaría por decir que, como en BC, es cuestión de la soberanía de cada estado.


El caos, el abismo en el que caeríamos sería casi imposible de superar en el corto y mediano plazo. Bastante deberíamos haber aprendido del primer siglo de vida independiente, cuando cada presidente se trataba de reelegir y las normas eran papel mojado pues fue un siglo totalmente perdido en términos de construcción democrática.


Por eso afirmaba al inicio que no es fácil ser demócrata. Ejemplos de abusos y perpetuaciones en el poder abundan en nuestro continente y en la historia nacional, hasta el punto de casi normalizar este tipo de condiciones.


Sin embargo, los demócratas de convicciones debemos de llevar a cabo acciones en contra de las aberraciones que nos acercan al autoritarismo y las dictaduras.


De lo contrario perderemos cualquier posibilidad de que nuestros hijos vivan en libertad, seguros de que sus derechos y su voz son tomados en cuenta y veremos cómo el abismo nos regresa una mirada burlona.


No lo permitamos.


México tiene un amplía historia de lucha por su democracia y desde los 70, con la LOPPE, se ha logrado palmo a palmo, la construcción de una democracia participativa y formal que es la mejor opción que se tiene, a pesar del bajo desempeño de los gobiernos.


Volvamos a ser los demócratas que juegan con las reglas y las modifican para aumentar la participación en lugar de hacerlo para perpetuar a una persona o grupo en el poder. Seamos demócratas convencidos que exigen resultados o castigan en las urnas. Recordemos la lucha por la legalidad y la constitucionalidad que desde Juárez nos ha dado rumbo y olvidemos el espejismo del caudillismo.


El abismo siempre estará ahí, listo para devolvernos la mirada, pero es nuestra labor dejarlo esperando.

@HigueraB


*Las opiniones vertidas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, la forma de pensar de la Revista El Aguachile.

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