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Por: Víctor Fajer

El vino del mes:

Alatorre Gran Reserva 2020

Productor: Bodegas Azteca

Un vino que en los años 90 alcanzó altos puntajes y buenas menciones por parte de la crítica enológica y que, ciertamente, rompió hitos en la barra nocturna de la televisión nacional, desbancando a 24 horas de Jacobo Zabludowsky como el noticiero favorito de los mexicanos.



Ahora en su añada 2020, se muestra en el tercer lugar de los noticieros nocturnos y…por decir lo menos… bastante polémico.


Vendimia: a mano a mediados de abril. La uva fue cosechada en tiempos de incertidumbre, el enólogo dijo "inguezu" y aunque trató de echarse para atrás, la fermentación y las criticas en medios y redes ya estaban en proceso.


A la vista: un caldo que muestra un color rojo granate con reflejos amarillistas.


En nariz: muestra una marcada intensidad, destacando los aromas a frutos rojos del bosque del Ajusco. En el fondo toques a bilis, pimienta y regaliz.


En paladar: pues este vino se nos fue de boca. Tiene una marcada acidez, taninos un tanto rasposos.


Con qué maridarlo: platillos viscerales. Hígado encebollado, riñones al jerez.


Recomendaciones de servicio: por favor, sí hágale caso a los mensajes de López-Gatell.


Comentario final: belicoso y polémico, mostrando el sello característico de Bodegas Azteca.



Alatorre Gran Reserva 2020 nos muestra que la libertad de expresión frente a una pantalla puede ser usada para informar o para justificar que las empresas de Grupo Salinas sigan operando como si no existiera una pandemia, salvo que usted, querido lector, piense que irse a comprar un tostador a Elektra es una actividad esencial.


Si este vino hubiese sido producido en países con otros estándares de calidad -pienso en Europa-, ya lo habrían retirado del mercado… no todo en esta vida es el rating.

Apto para su consumo en Bielorrusia, Venezuela o Corea del Norte.


Politólogo y sommelier.

Por: Aribel Contreras

Comercio internacional

Lo que la globalización ha generado durante las últimas tres décadas es la desfragmentación de los procesos productivos. De allí el término de la globalización de la producción, la cual consiste en la generación de las cadenas de suministro para todo tipo de productos.

Derivado de que la última etapa de producción en un alto porcentaje de productos fabricados a nivel mundial es en China, es que este país es el ganador del comercio mundial (por sus bajos costos de mano de obra, como ventaja competitiva en este factor de producción). Cabe destacar que por ser este país asiático el epicentro inicial del COVID19, es que justo durante enero se vio que el resto del mundo temblaba porque no podía importar –insumos o productos terminados- provenientes de dicho país. No sólo por la parálisis productiva sino también por los medios de transporte.


Por lo anterior es que el comercio mundial ha sido afectado drásticamente, es por esto que la Organización Mundial del Comercio anunció un impacto del 13 al 32% para este año. Por lo que los países deben buscar nuevas formas para reactivar su comercio exterior. Y lo veo difícil ya que la tendencia es el incremento en la implementación de medidas proteccionistas donde prevalecerá el nacionalismo y el unilateralismo. Es decir, el multilateralismo ha avanzado en cuestión de solidaridad, de diplomacia médica, de cooperación; pero en términos comerciales no.

De aquí la importancia de hablar de una nueva arquitectura en el ámbito del comercio global la cual deberá estar basada en una nueva diplomacia comercial. Este término es el conjunto de actividades y de políticas para la internacionalización de las empresas, a través de los esfuerzos del gobierno del país de origen en los diferentes países receptores a través de las representaciones diplomáticas de éste.

Dentro de las diferentes actividades básicas están: i) promoción del intercambio de bienes y servicios, ii) promoción de la inversión extranjera directa, iii) imagen del país y iv) aprovechamiento de los resultados de la diplomacia cultural y turística. Pero para que éstas se logren, se requiere forzosamente de las actividades elementales como: i) inteligencia de mercados, ii) asesoría personalizada, iii) vinculación con diferentes actores político-comerciales, iv) apoyo logístico-empresarial para la participación en ferias y exposiciones, así como organización de misiones comerciales, entre otras. Por lo anterior, es que vemos que hoy más que nunca, debe de existir una alianza gobierno-empresas para salir adelante de los estragos económicos de esta pandemia.

Es importante que México se sume a este ejercicio de replantearse cómo reactivará su comercio exterior y de aquí, comparto mis reflexiones sobre el TMEC y el TLCUEM por tratarse del primer y el tercer socio comercial para nuestro país.


TMEC

Después de ver que la política está por encima de cualquier razonamiento obvio, lógico y prudente, finalmente el TMEC entrará en vigor el 1 de julio a pesar de que los tres países no están listos en términos económicos. En múltiples oportunidades escribí en mi cuenta de twitter las razones obvias y evidentes de que ojalá postergaran la entrada en vigor. Sin embargo, los funcionarios de los tres países se fueron por la “libre”, creyendo que es el camino más corto para llegar a la reactivación económica post-COVID19. Pero no siempre el camino más corto es el mejor.

Seguiré defendiendo el sistema multilateral del comercio y celebraré los tratados de libre comercio. Pero de igual forma, considero que: i) dada la disrupción en las cadenas de suministro a nivel global, ii) dada la afectación económica a nivel mundial, y iii) dados los compromisos del TMEC que implica al interior para las empresas, no gobiernos, es que considero que debería de haberse prolongado mínimo 6 meses.

Sabemos que lo que estamos viviendo es único, que nadie estaba preparado y que es una situación inédita; pero por lo mismo, es que siempre la cordura en la toma de decisiones debe prevalecer. Los seminarios brindados por la Secretaría de Economía eran fantásticos para brindar información precisa sobre ciertos capítulos, pero dado el confinamiento se suspendieron. Entonces, ahora…¿cómo es que vamos a entender el “ADN” del texto si entra en vigor en dos meses?

Oigo y leo a los ex y actuales integrantes del equipo de negociación del TMEC defender a capa y espada de que gracias al TMEC, la economía se reactivará más pronto y aplauden que el 1 de julio entre en vigor este instrumento comercial. En esta ocasión, discrepo con todos.

Un acuerdo comercial no es garantía de nada. Que da certidumbre sí pero hoy todo es incierto, con o sin acuerdos. Y lo que hasta hace dos meses era una ventaja competitiva, hoy el mundo ha cambiado. Hoy la ventaja competitiva para los países no está en su diversidad de acuerdos comerciales, tampoco en su mano de obra barata, ni en su ubicación geográfica, y mucho menos en los montos de exportación o de atracción de inversión extranjera directa. Esto ha quedado en el pasado. La única ventaja competitiva real en un país es tener:

- En el inmediato plazo: un plan claro sobre el control del actuar de su población para contener el problema de salud pública, reinventar sus negocios tradicionales en negocios digitales, adaptar sus procesos de producción de cualquier producto a bienes que se están demandando con urgencia, y la información precisa. - En el corto plazo: tener un plan económico gobierno-empresas para hacer frente al impacto y la resiliencia de su población, algo que nadie nos enseña. - En el mediano plazo: que las empresas, por muy pequeñas que sean, cuenten con la asesoría y la capacitación necesaria para adaptarse a un nuevo contexto y que la gente esté consciente de la importancia de adaptación a nuevos ambientes.

Ninguna de las teorías de comercio internacional que nos enseñaron, consideraban escenarios de crisis como la actual. Así que todo lo que aprendimos sobre el “spaguetti bowl”, el diamante de Porter, David Ricardo, etc. hoy no aplica.

En realidad todo esto se centra en algo intangible, las competencias blandas o soft skills. De allí lo importante que ahora en las universidades formemos a las próximas generaciones con estas competencias.


TLCUEM

Ayer se anunció que finalmente México y la Unión Europea han concluido exitosamente las negociaciones de la modernización del acuerdo comercial. Pero a diferencia del TMEC, fue una negociación que se cocinó a fuego lento (duró 4 años), sin presiones electorales, y entrará en vigor, si bien nos va, hasta el segundo semestre del 2021 ya que aún faltan procesos por resolver. La Unión Europea viene desgastada por un Brexit y golpeada, igual que México, por los estragos que deja la pandemia. Pero para cuando entre en vigor, el escenario será otro muy diferente al actual para que ambas partes logren beneficiarse de este tratado que sin duda, es un pilar sólido que une a nuestro país con dicho bloque comercial. Y este tratado modernizado abonará a la diversificación comercial que tanto necesitamos y en tiempos post-COVDI19 más aún.

Reflexiones finales

Vendrá una reconfiguración del comercio global donde los países tendrán posturas proteccionistas, nacionalistas, y donde, como ya he dicho, su ventaja será ahora un intangible. Urge a los ministerios de asuntos exteriores o según sea el nombre de cada país para que, a través de sus embajadas y consulados, puedan reconstruir la arquitectura de la diplomacia comercial que responda al nuevo escenario post-COVID19 para reactivar el comercio exterior de cada país y contar con nuevas formas para llevar a cabo los proyectos de inversión extranjera directa.

Twitter: @Aribel007

Por: Carolina Estrada

Así, “al chile”, ¿quién no ha caído o por lo menos ha dudado por más de 5 minutos ante algún mensaje enviado mediante videos, cadenas, etc., de todo tipo, en el que se dan recetas infalibles y casi milagrosas para evitar o hasta curar el COVID-19 en estos días? Seamos honestos, no sólo la tía manda cadenas para informar a todos que el orégano es la respuesta para curar lo que sea que nos haga daño o que un científico chino ya reveló la verdadera naturaleza del COVID-19 y cómo tratarlo, pero “a alguien no le conviene y por eso no se ha hecho del dominio público en un medio confiable”. Todos, en algún momento, más allá de esta crisis, hemos caído presas de la desinformación o la salida fácil. Y ese pareciera ser el común denominador del pensamiento en la sociedad actual pero, ¿a qué se debe que seamos tan crédulos a pesar incluso de preciarnos de ser personas informadas, a pesar de tener tanta información literalmente al alcance de la mano?


Quizá porque para poder subsistir necesitamos certezas, necesitamos un cúmulo de conocimientos que nos garantice cierta seguridad o ciertos referentes que respondan a los problemas diarios que nos presenta la vida. Y es precisamente en estos días que más cerca estamos de la ciencia o que nos vemos más interesados en ésta -pero ojo, porque esto de ninguna manera implica que hayamos logrado tener un pensamiento más científico.

¿No es la conferencia de salud de las 7, con el famosísimo doctor López-Gatell uno de los programas con más rating de las últimas semanas? ¿Y será que la señora o el joven o el señor y la señorita que miran ese programa, lo hacen para satisfacer su curiosidad innata y obtener respuestas a sus dudas, como hace un investigador que recaba información para desentrañar un enigma? Probablemente sí, pero es mucho más probable que no. Lo que se busca son certezas, no ciencia. Y hay que reconocerlo: la ciencia está muy lejos de ser absoluta para dar certeza.

¿Por qué? Porque la base, la esencia misma de la ciencia, es la anomalía, la excepción, el cambio constante de un paradigma que nace para derribar otro hasta que el siguiente venga a hacer lo mismo.


“La meta de la ciencia normal no son los descubrimientos sino el esclarecimiento del statu quo; además, tiende a descubrir aquello que espera descubrir; sin embargo, los descubrimientos no se dan cuando las cosas salen bien, sino cuando se salen del camino, son cosas nuevas que vienen de los lugares menos esperados; en otras palabras, lo que parecería ser una anomalía […] tendemos a ver aquello que esperamos ver, incluso si no está ahí”

En pocas palabras, la ciencia busca desentrañar lo que se espera desentrañar, encontrar lo que se busca. Sin embargo -hay que recalcarlo-, el verdadero camino de la revolución científica es aquello que no esperamos encontrar, eso es lo que más transforma a la ciencia y el conocimiento que la humanidad tiene de su medio, aunque se trate de algo que muy pocas personas estén preparados para aceptar. Por eso, quizá, preferimos creer que el orégano -y no estoy diciendo que no lo haga, en realidad-, va a aliviar nuestros problemas antes de esperar 9 meses o más a que una vacuna se desarrolle o que la investigación científica complete toda una serie de protocolos para desentrañar a profundidad la naturaleza del COVID-19 -por poner un ejemplo.

Contrario a lo que podría esperarse, con tanta información no nos hemos vuelto más críticos, sino todo lo contrario, somos presas más fáciles de los timos, de la manipulación. Hoy, cuando los mensajes se distribuyen con tanta rapidez, cuando la comunicación es inmediata y contamos con tanta información, somos más susceptibles de creer lo que queremos creer y no aquello que en realidad puede ser el verdadero camino para desentrañar la verdad.

La ciencia, aunque es un camino más confiable que el sentido común o el conocimiento común, es una herramienta que requiere tiempo, recursos y el esfuerzo constante y abnegado para encontrar la verdad donde quizá no queremos encontrarla. Por eso, la verdadera ciencia no es una respuesta popular. Populares son los mensajes alarmistas, las respuestas milagrosas, las proclamas y las arengas “apantalladoras”, que buscan resolver los problemas de las personas comunes aquí y ahora. Decir que el Cambio Climático no existe y que en realidad es una forma de manipular la economía, es creíble -aunque salten a la vista todos los indicadores que nos muestran el problema que estamos causando al planeta con nuestro estilo de vida-, porque nos permite tener la certeza de que nuestro estilo de vida puede seguir intocable.


No es de extrañar para nada que cualquiera se crea con el derecho a distribuir información no confirmada, lo importante es distribuir certezas, es compartir y hacer el buen servicio a la comunidad de darle su píldora de tranquilidad para que crea lo que quiere creer o para que dude de la información confirmada. Y eso todos lo sabemos, pero lo que quizá no es tan obvio es que la propia ciencia no es un absoluto y que lo que realmente hace a un espíritu crítico ser tal, no es su conocimiento o confianza en la ciencia, sino la capacidad que se tenga para aceptar más tarde o más temprano la anomalía, aquello que cambia todo lo que sabíamos o esperábamos entender, sea o no científico.

¿Qué estamos obteniendo de esta crisis? Entre muchas otras cosas, muy probablemente la caída de nuestras certezas, la confirmación de que ni todo el conocimiento humano, ni toda la tecnología y recursos con que contamos son suficientes para detener un virus que nos tiene a todos confinados y que hoy más que nunca, necesitamos desarrollar nuestra capacidad crítica incluso más allá de lo que diga el Estado, porque ni el Estado mismo puede protegernos por completo y ahí es donde viene la importancia de la responsabilidad personal. Si no tenemos certezas, ¿es válido negar la información que nos presentan tanto como creerla a ciegas? ¿Es válido caer o inventar teorías conspiratorias para romper un orden que podría salvarnos a todos? Si no tenemos certeza, si no hay una investigación que demuestre fielmente lo que vamos a compartir, si incluso transgrede ya no sólo el statu quo, sino hasta la lógica, no debemos distribuir esa información por más bien que pensemos hacerle a otros. Hoy, cuando vemos a ciudadanos de países que han luchado incansablemente por la libertad y los derechos humanos, entregar sin más su libertad ante la mínima necesidad de protección o cuando vemos a otros ciudadanos correr riesgos infames porque no confían en la autoridad, es cuando urge ser más críticos, dudar y velar por la salud de los demás. Usemos el conocimiento que sí tenemos para cuidarnos, pero también para hacernos preguntas más inteligentes, más valientes.

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